Mientras Alemania pone el foco en la carrera a la sucesión de la cancillera Angela Merkel, la perpetua crisis de identidad de los socialdemócratas (SPD) y los exabruptos de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) otro partido avanza con pie firme hasta la cima. Y es que Los Verdes aspiran a todo.

El último sondeo publicado este sábado apuntala el éxito ecologista con una intención de voto del 24%, casi el triple que el resultado obtenido en las elecciones federales del septiembre del año pasado. Con este espectacular ascenso, la formación de centro-izquierda se consolidaría como segunda fuerza política de Alemania, 11 puntos por delante de socialdemócratas y ultraderecha y a tan solo tres de la otrora indiscutible Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel.

Primero en Baviera y después en Hesse, las elecciones regionales celebradas en el último mes han dado un nuevo empujón a la formación encabezada por Annalena Baerbock y Robert Habeck. En ambos estados los Verdes se han catapultado hasta la segunda posición, siendo los principales ganadores de los comicios y reforzando una posición como referente del centro-izquierda que, ante el declive del SPD, parece cada vez más inevitable.

CAMBIO DE VALORES

Lejos de lo que pueda parecer, Los Verdes están en el parlamento desde 1983 con una posición centrista y moderada que ha atraído al votante de clase media con estudios preocupados por valores postmaterialistas. El pacifismo, la democracia interna y el ecosocialismo sus principios en la década de los ochenta quedaron atrás y el partido apoyó una remilitarización de la política exterior alemana, el establecimiento de jerarquías de partido y un neoliberalismo pintado de verde.

Ese giro les ha convertido en un partido atrapalotodo, que se nutre tanto de votantes desencantados del SPD como de conservadores mosqueados con la retórica anti-inmigración de la CSU, el partido bávaro hermano de la CDU.

El 10,7% obtenido en 2009 es el máximo histórico obtenido por los Verdes. Sin embargo, fueron resultados más modestos y la conversión de su ideología hacia postulados menos contestatarios los que en 1998 y 2002 les llevaron al gobierno de la mano del canciller socialdemócrata Gerhard Schröder. En los últimos años su pragmatismo les ha llevado al poder en 10 de los 16 estados alemanes.

Ese éxito y la crisis de identidad que ahoga el SPD hacen que en Berlín se especule cada vez más con la posibilidad de que una fractura del gobierno pueda dar paso a una alianza entre los ecologistas y Merkel. Aunque remota, esa posibilidad sería única en la historia del país.