La VIII Cumbre de las Américas tiene hoy en Lima un comienzo desteñido por la ausencia del presidente de EEUU, Donald Trump, inmerso en la crisis siria, y por el desprestigio o escasa popularidad de buena parte de los presidentes que asisten a una reunión convocada bajo el lema “gobernabilidad democrática frente a la corrupción”. El tema que aglutinará a los mandatarios será sin duda la cuestión venezolana, a menos de 40 días de unas polémicas elecciones generales.

El argentino Mauricio Macri llegó a la capital peruana para convertirse en el portavoz regional del rechazo a su colega Nicolás Maduro, quien no ha sido invitado a este encuentro. Macri ocupará en los hechos el lugar que se le había asignado a Pedro Pablo Kuczynski. Pero el entonces presidente peruano tuvo que dimitir cuando estaba a punto de ser cesado en funciones por parte del Congreso al reactivarse el escándalo de sus relaciones con la constructora brasileña Odebrecht. “La corrupción es la que no deja desarrollar al Perú”, reconoció su sucesor, Martín Vizcarra, convertido en anfitrión de emergencia.

Esta nueva cumbre, que finaliza el sábado, encuentra a los países al sur del río Bravo sin poder exhibir los rutilantes indicadores de crecimiento de otros años. Pero no es la economía el asunto que los llama a reunirse con representantes de EE.UU y Canadá. La mayoría de ellos no cuentan con la aprobación de sus ciudadanos. El caso más resonante es el del brasileño Michel Temer: solo el 8% avala su gestión interina. Mientras el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva mantiene desde la cárcel su condición de favorito para los comicios del 7 de octubre, Temer está a las puertas de un nuevo incidente judicial. Arrestados dos colaboradores de extrema confianza, el presidente interino se vio con sus abogados en Sao Paulo antes de partir hacia Lima. Los peligros vuelven a rodearlo.

Malestar e impopularidad

Una reciente encuesta continental muestra de qué manera se extiende el descontento por algunos países. El colombiano Juan Manuel Santos, Premio Nobel de la Paz por su papel en la finalización del conflicto armado con las FARC, solo cuenta con una aprobación del 14%. El uruguayo Tabaré Vázquez tiene un aval del 25%. El mexicano Enrique Peña Nieto, del 21%. El boliviano Evo Morales se sitúa en el 34%. El chileno Sebastián Piñera llega al 55%, pero acaba de empezar su mandato. De acuerdo con Latinobarómetro, el 45% de los latinoamericanos cree que viven en una “democracia con graves problemas” mientras que el 12% estima que en sus países no existe un régimen democrático. Apenas un 5% de los consultados está contento con la situación institucional. El enojo de los latinoamericanos con sus Gobiernos es creciente desde 2009, cuando se hicieron sentir los efectos de la crisis económica global. Desde entonces, la pérdida de confianza en la capacidad de la democracia para resolver los problemas e integrar a los sectores menos favorecidos ha disminuido de manera drástica.

El consenso sobre Venezuela

En este contexto, Venezuela se ha convertido, más allá de sus problemas objetivos, en una suerte de chivo expiatorio. Su preocupante situación le permitirá a presidentes sumergidos en crisis de legitimidad o con otro tipo de problemas internos encontrar una causa común. Macri, quien tiene una popularidad del 40%, sostenida por el antikircherismo visceral de muchos argentinos, se prepara para llevar la voz cantante contra Maduro. De hecho, cuando horas atrás recibió en Buenos Aires. al jefe de Gobierno español, Mariano Rajoy, anticipó el tono de sus intervenciones. “No vamos a convalidar el resultado electoral de mayo. No tiene ningún valor esa elección. Por más que el señor (Nicolás) Maduro me insulte, no lo vamos a reconocer como un presidente democrático, porque hace rato que no hay democracia en Venezuela”, dijo el argentino. “Yo me sumo a esas palabras”, dijo su invitado.

En medio de sus urgencias, Maduro encontró tiempo en Caracas para pronosticar el fracaso de la VIII Cumbre, a la que definió como “una pérdida de tiempo terrible”. El octogenario Raúl Castro, quien se despide de las reuniones regionales, Morales y el nicaragüense Daniel Ortega, son esta vez los únicos aliados de Caracas.