Luiz Inácio Lula da Silva le tomó el gusto a la radio, una vocación típicamente latinoamericana de los jefes de Estado. Un café con el presidente , el programa de Lula, se parece a veces a la vieja tribuna sindical. La metáfora y la jerga popular se confunden con los fríos diagnósticos. A Lula le gusta sentarse frente al micrófono y "dialogar" con los 180 millones de brasileños.

Como se fue a la India en viaje de negocios --a la captura de un mercado casi tan grande como el chino-- grabó su último programa con antelación. Mientras Lula se paseaba por Nueva Delhi, su voz recordó a los oyentes que Brasil no sólo es "fútbol y carnaval", sino también un país cuyo destino es ser una potencia. Y, de paso, habló "con alivio" del nuevo viraje al centro político, cuyas derivaciones son objeto de opiniones encontradas en el oficialista Partido de los Trabajadores (PT).

Bienvenida triunfal

Lula despidió a viejos compañeros de viaje y dio la entrada triunfal en su Gabinete ministerial al Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), el partido más grande del país, cuyos integrantes suelen ser llamados "los fisiológicos" debido a la capacidad de mutación política que les permite sobrevivir a todo.

El PMDB, que ya tuvo dos presidentes (José Sarney, en 1985, e Itamar Franco, en 1992), ahora es dueño de dos importantes ministerios, el de Comunicaciones y el de Previsión Social. El romance entre el PT y el PMDB busca garantizar la "gobernabilidad" de Lula hasta el 2006 y algo más: apuntalar el proyecto de su reelección.

La voz de Lula se abstuvo de comentar en la radio otro de sus movimientos de ajedrez: la salida de Desarrollo Social de la emblemática Benedita da Silva, la ministra surgida de las favelas cuya gestión pasó sin pena ni gloria. El presidente decidió hacer de ese ministerio una gran maquinaria de ayuda social que haga olvidar los tropiezos del Hambre Cero, un programa lanzado a bombo y platillo que no cumplió las expectativas presidenciales.

Patras Ananias, quien fue un eficaz intendente de Belo Horizonte y tiene fuertes lazos con la Iglesia católica, será el encargado de convertir los panes en peces con el escaso dinero público que permite el ajuste. "Voy a necesitar mucha luz y mucha oración: recen por mí", pidió de antemano.

Ganadores y perdedores

Los cambios en el Gobierno dejaron ganadores y perdedores. Para los analistas, entre los primeros se encuentra José Dirceu, jefe de la Casa Civil, que queda liberado de las negociaciones con el Congreso --para obtener una mayoría que el PMDB se encargará de garantizar-- y se convierte en una suerte de primer ministro. Entretanto, Cristovan Buarque, que fue destituido por teléfono de Educación --adonde fue a parar Tarso Genro, uno de los teóricos del PT cuya hija fue expulsada del partido a fines del 2003-- lamentó la decisión de Lula de "aliarse con la corrupción".

Luiz Eduardo Soares, el gran especialista en materia de seguridad del PT, no solo dejó semanas atrás la secretaría de Gobierno a la que fue llevado para frenar el imparable ascenso de la criminalidad: renunció a su agrupación y dijo que los intentos de reelección de Lula amenazan con convertir al partido en "una versión brasileña del PRI mexicano con rasgos de autoritarismo de vodevil".

Dicen que Lula responderá a esas acusaciones desde los micrófonos de Un café con el presidente .