Cuando todo el mundo esperaba una disertación centrada en los problemas socioeconómicos del país, el presidente ruso, Vladímir Putin, sorprendió a propios y extraños al pronunciar ayer, ante los diputados y senadores de las dos cámaras del Parlamento ruso, uno de sus discursos más belicistas desde su llegada al poder, hace ya 18 años.

El líder del Kremlin anunció una batería de novedades en el campo del armamento nuclear, con misiles capaces de alcanzar cualquier punto del globo terráqueo, y de la tecnología militar, entre fervorosos aplausos de los asistentes. Con las elecciones presidenciales rusas en ciernes, el mandatario opotó por apelar al enemigo exterior y al poderío militar de su país.

El discurso anual ante los legisladores llegó este año con dos meses de retraso respecto a la fecha habitual, motivado por la necesidad de convertir el acto en el lanzamiento de la campaña de Putin cara a los comicios del 18 de marzo. Y tras dedicar un corto espacio de su tiempo a los problemas socioeconómicos del país, prometiendo inversiones millonarias en infraestructuras, medidas para impulsar la educación y la reducción de la pobreza a la mitad, el jefe del Estado comenzó a pronunciar invectivas contra Estados Unidos, país al que acusó de «violar» tratados de desarme, para pasar a continuación a enumerar una pléyade de avances en el campo de las armas nucleares que amenazan con desencadenar una carrera armamentística en el planeta.

Vistosa presentación / Acompañados de una vistosa presentación en vídeo que fue saludada con aplausos y jaleos por parte de la concurrencia, el líder del Kremlin evocó el misil balístico Sarmat, con alcance ilimitado, capaz de impactar en cualquier punto del globo. «Es un arma terrible, invulnerable, que puede golpear objetivos sobrevolando tanto el polo Norte como el polo Sur», subrayó. Acto seguido, se refirió a una pequeña cabeza nuclear que puede ser implantada en misiles de crucero, a un submarino nuclear no pilotado, capaz de moverse con sigilo y a mayor velocidad que un sumergible tradicional, y un arma láser que, desde el pasado año, está siendo utilizada por las Fuerzas Armadas de Rusia. «Insisto, ningún país tiene, a día de hoy, las armas que tenemos nosotros», se vanaglorió el mandatario ruso.

En opinión del líder del Kremlin, todos estos avances han neutralizado de facto los intentos occidentales de desarrollar un escudo antimisiles que haga inservible el arsenal atómico ruso, y también el reforzamiento de los despliegues militares de la OTAN en las proximidades de las fronteras rusas. «Espero que todo lo que ha sido dicho hoy disuadirá a cualquier agresor potencial», arremetió. «Ahora tienen que darse cuenta de la nueva realidad y de que todo lo que he dicho aquí no es un bluff», continuó, en tono desafiante. «Antes de que tuviéramos los sistemas de armamento, nadie nos escuchaba; ¡escuchádnos ahora!», exigió.

En su sorprendente intervención, el mandatario ruso también detalló las ocasiones en las que Moscú considerará pertinente recurrir al arsenal nuclear. «Consideraremos cualquier ataque contra Rusia o sus aliados, ya sea pequeño, mediano o de cualquier dimensión, como un ataque nuclear contra nuestro país», especificó, probablemente una nada velada referencia al régimen de Bashar el Asad, acusado por Occidente de graves crímenes de guerra y contra la Humanidad. Haciendo mención a la doctrina militar rusa, que prevé el uso de armas atómicas contra un ataque convencional que ponga en peligro la integridad territorial o la existencia misma del país, Putin destacó en su discurso que su arsenal tiene una misión puramente defensiva.

Tras las palabras de Putin, los comentaristas comenzaron a cuestionarse cómo sufragarán las arcas públicas esta nueva carrera de armamentos a la que parece abocada el país. El ministro de Industria, Denis Manturov, especificó que las nuevas armas anunciadas por Putin están incluidas en el programa de gastos en defensa hasta el 2027 firmado el pasado año.