Las calles de Chemnitz viven una tregua pero la tormenta está lejos de amainar. Alemania se encuentra en tensión después de que este domingo grupos de neonazis tomasen la calle de la ciudad alemana y agrediesen a extranjeros como protesta por el asesinato de un hombre en una trifulca con inmigrantes. Las manifestaciones han dejado hasta una veintena de heridos y se espera que en los próximos días la situación no se calme. Las calles de esta ciudad de la antigua Alemania oriental, feudo de los movimientos de corte neonazi, ilustran el creciente clima de xenofobia que vive el país. En el Parlamento federal eso se ha traducido con el protagonismo de la fuerza antiinmigración Alternativa para Alemania (AfD), que cuenta con el 12,6% de los votos y ha sabido popularizar su rechazo a la cancillera Angela Merkel. Este miércoles el vicepresidente del Bundestag, el liberal Wolfgang Kubicki, se ha sumado a las críticas a la líder democristiana al asegurar que las «raíces» de estos disturbios violentos se encuentran en la aceptación de 1,2 millones de refugiados desde el 2015.

CRÍTICAS A MERKEL / En los últimos cuatro años AfD ha crecido en las encuestas después de atentados o ataques vinculados a inmigrantes, de mayor o menor veracidad. Conscientes de ese rédito político, este fin de semana supieron instrumentalizar el asesinato de este hombre alemán para volver a criticar la política migratoria de Merkel y captar más votos. Actualmente los sondeos demoscópicos apuntan a que podría llegar hasta el 16,5% de los votos y situarse como segunda fuerza del país. «AfD, el movimiento islamófobo Pegida y el partido neonazi NPD compiten por la soberanía de interpretación de los hechos y movilizan a la mayoría de los manifestantes», apunta el periodista de Die Welt, Torsten Krauel.

Esa fuerza de convocatoria de la ultraderecha se entiende por su destreza en controlar la comunicación a través de las redes sociales. A las redes neonazis tejidas desde hace años en internet se le suma la estrategia de AfD, el partido alemán con mayor presencia en Facebook y Twitter. Tras el asesinato durante la madrugada del domingo también se difundieron bulos sobre otra muerte y una violación, fake news que ayudaron a movilizar a radicales y descontentos.

Ayer mismo Pegida publicó en internet la orden de arresto contra el presunto autor del asesinato, que podría ser de nacionalidad siria o iraquí, en la que aparece su nombre así como los de los testigos y jueces. El documento y otras fotos, confirmadas como oficiales por la policía al diario Bild, no tardaron en circular por conocidas páginas neonazis. Aún se desconoce quien filtró la orden.

En los próximos días harán lo mismo. Varios políticos de AfD, incluyendo a su controvertido líder en el land de Turingia Björn Höcke, planean organizar una «marcha silenciosa» por Chemnitz este sábado como funeral. Para ello han pedido a la gente que vista de negro, sin eslóganes ni mensajes políticos, y que lleven la bandera alemana. Aunque el partido ha intentado desmarcarse de la violencia neonazi y de las escenas de «caza» contra inmigrantes, el propio Höcke forma parte del ala política más cercana a estos grupúsculos.

Uno de los principales focos de las críticas ha sido el ministro del Interior, el conservador Horst Seehofer, quien tardó hasta dos días para pronunciarse sobre los disturbios. Seehofer, uno de los ministros con un discurso más duro contra la imnigración, criticó las manifestaciones xenófobas de Chemnitz y ofreció la colaboración de la policía federal con las autoridades de Sajonia si así lo consideraban oportuno. Este pasado fin de semana los cuerpos de seguridad del antiguo Estado oriental se vieron desbordados por la concentración ultraderechista que en pocas horas y a través de las redes sociales consiguió organizar a hasta 800 personas. La pasividad policial también ha despertado dudas. Aunque el primer ministro sajón defendió su actuación, el despliegue de 300 agentes frente a casi un millar de radicales y neonazis llegados de todo el país durante la noche del domingo sigue levantando sospechas. Durante las manifestaciones contra el G-8 en Hamburgo el año pasado actuaron hasta 20.000 policías. Hay quien quiere ver indicios de contaminación extremista en los cuerpos de seguridad del Estado.