En el 2006, un joven judío de 23 años, Ilan Halimi, fue secuestrado y torturado hasta morir en la periferia de París. Este lunes, días antes de la ceremonia conmemorativa del 13º aniversario de su muerte, el árbol plantado en su memoria apareció cortado. En el 2017, Francia lloraba la desaparición de Simone Veil, exministra, superviviente de Auschwitz, primera presidenta del Parlamento Europeo y referente moral de toda una generación. Este lunes, el retrato que el artista C215 hizo en dos buzones de correos del distrito 13 de la capital francesa para rendirle homenaje apareció manchado con una cruz gamada.

Al árbol de Halimi y el retrato de Veil se sumó la pintada escrita con letras amarillas en la luna del restaurador Bagelstein de la isla de San Luis, en el corazón parisino: Juden (judío, en alemán). Casualmente, la proliferación de este tipo de episodios ha coincidido con el anuncio de las autoridades francesas del número de actos antisemitas cometidos en el 2018: 541 frente a los 311 de un año antes, un repunte del 74%.

«El antisemitismo se extiende como un veneno, como la hiel», dijo este lunes el ministro francés del Interior, Christophe Castaner. «Actos repugnantes», según el primer ministro, Edouard Philippe. «La negación de la República», ha subrayado este miércoles el presidente, Emmanuel Macron, quien prometió ser «implacable» y vinculó la multiplicación de este tipo de actos a la deriva violenta del movimiento de protesta de los chalecos amarillos.

Condena unánime

Además de la condena unánime de la clase política, proliferan las iniciativas para reconfortar a los franceses de confesión judía. La Asociación de alcaldes de Francia ha pedido a los ediles plantar un árbol en cada localidad para luchar contra el antisemitismo y en defensa de los principios fundamentales de la Declaración de los Derechos Humanos. Más emotiva es la propuesta de la formación Agir, escisión del partido Los Republicanos, que ha sugerido a Macron darle al busto de Marianne -símbolo de la República francesa- los rasgos de Simone Veil. En Francia, la República se representa con la imagen de una mujer con gorro frigio por una decisión de la Convención en 1792. La cultura popular la llamó Marianne porque en el siglo XVIII los nombres más comunes eran Marie y Anne.