41 años e ingeniero superior informático, aprendió por fascículos con Juan Tamariz. Hace mucho tiempo decidió cambiar la computación por el ilusionismo e instalar su mundo en ‘El sótano mágico’.

—¿El mago nace o se hace?

—Se hace. No nacemos como magos, aunque sí con la ilusión de hacer magia. Para poder ser mago hay que trabajar mucho, ensayar mucho, estudiar mucho…

—Todo eso es lo que no vemos. Bueno, lo que tampoco vemos.

—Claro. Entrenamos mucho, ensayamos con el espejo, martirizamos a familiares y amigos… Siempre andamos buscando algo nuevo.

—Y sin entrenador, claro.

—Nada de entrenadores, somos autodidactas. Para poder vivir de esto hay que tener obstinación y constancia.

—¿Cómo empezó?

—Con los fascículos del mundo mágico de Tamariz, que me los compraba mi padre todas las semanas. Poco a poco me fui metiendo, conocí a otros magos, empecé a leer libros y a hacer actuaciones... Todo autodidacta, aunque siempre apoyado en maestros y amigos.

—Además de destreza, necesita de artes escenográficas.

—Llevo haciendo teatro de improvisación desde hace diez años. Eso me da una base para estar fresco en el escenario.

—¿Da la magia para vivir?

—Bueno, sí. Por lo menos para comer (risas). Pero es lo que yo elegí. Soy ingeniero superior informático y trabajé de ingeniero unos años, pero desde pequeño quería ser mago y llegó un día que decidí abandonar la informática.

—¿Con tanto youtube no les desvelan los trucos mucho antes?

—Sí, pero cuanta más información tienes, menos uso haces de ella. Si tienes un libro, te lo lees. Si tienes cien, igual no te lees ninguno. Pues esto es lo mismo. La magia sigue ahí y seguirá, capaz de convivir con otros mundos, incluso adaptada a las nuevas tecnologías.

—¿El sentido del humor es básico?

—Claro. En España, también por nuestra forma de ser, utilizamos la comedia con la magia.

—Los ‘Tamarices’...

—Tengo la suerte de reunirme con él y los mejores cartómagos del mundo todos los años y ves que Juan tiene esa personalidad que transmite tanto al público, pero él realmente no es así. Cara al público es un tío chistoso, pero detrás hay una persona tranquila, con mucho estudio y mucho coco.

—¿Cuál es su especialidad?

—La cartomagia, la magia de cerca. Aunque hago de otros tipos, como familiar o de salón, me gusta más con cartas.

—¿Qué hay ahora impactante?

—Hay muy buena magia, pero hay tanta variedad hoy en día que es casi un submundo. A la gente le gusta más, sobre todo, cuando la ve en directo. Se enganchan, vuelven.

—¿Quién llama más la atención?

—David Blaine. El otro día lo vi coserse la boca en directo en un programa de Jimmy Fallon en el que acabó regurgitando una rana viva. Hace también el juego que más magos ha matado en la historia: el de la bala atrapada con los dientes.