Desde niño soñó con hacer cine. Lo ha logrado. Lo suyo es el neorrealismo. Dar fe al tiempo en el que vive. Esta semana, el director vallisoletano Alberto Morais visitó Zaragoza para hablar de dirección actoral en una jornada de cine en la Universidad San Jorge.

-Estuvo en Zaragoza este fin de semana hablando sobre cine en el IACC Pablo Serrano de Zaragoza.

-Fue un curso ecléctico. Había alumnos jóvenes y también cineastas ya respetados como Gaizka Urresti. Fue una iniciativa que surgió a través de Javier Fernández, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge, al que conozco hace tiempo. Y la verdad es que resultó genial.

-Vino a hablar de dirección actoral...

-Yo les he dado mi experiencia personal... Hay muchas formas de acometer el trabajo de la dirección de actores. De hecho, para darles referencias, acabé usando películas que utilizan procesos diferentes. Desde El Padrino, modelo clásico, a la secuencia final de París-Texas, que es una película generacional. Al final, la cinematrografía es muy técnica. Un actor tiene que seguir unos parámetros: marcas, luz, movimientos de cámara...

-Para usted, la elección de los actores es vital... Hasta se encarga de la dirección de cásting en sus películas.

-Yo necesito hacer este trabajo. Es muy duro, pero me gusta y lo emprendo como si fuera una localización. Hemos hecho cásting de 600 personas o visitado colegios hasta que encontramos a los protagonistas de Los chicos del puerto. Buscábamos la verdad y la verdad se encuentra en los sitios más insospechados. Elegí a Omar, uno de los protagonistas, por su mirada. Siempre hay algo especial.

-Será diferente el trabajo con una Laia Marull que con un actor novel.

-Con alguien que no tiene experiencia hay que ser un pelín más técnico, hablarle de la expresión corporal... Pero siempre hay mucho trabajo. Con Carlos Álvarez Novoa, que ya había fallecido y a quien puse de principal en Las Olas y tuve que trabajar mucho. A veces ir del teatro al cine es complicado.

-’Las olas’, ‘Los chicos del puerto’, ‘La madre’: sus últimos tres largos han sido muy premiados, en Moscú, en Toronto... Lo suyo es el neorrealismo.

-Hay quien ha dicho que es una trilogía sobre el abandono.

-¿Hacer cine es un oficio de pico y pala? Usted montó su propia productora, Olivo Films, para sacar adelante sus proyectos.

-Monté una productora --con Verónica García Navarro-- porque el tipo de películas que yo hago, deben buscar una productora. Hemos luchado muy duro. Pero no conozco a nadie que no luche de una manera brutal para sacar una película adelante. En este país y también fuera.

-¿Hacer cine tiene un punto de locura?

-Sí, pero yo vengo de una familia de médicos. Y también lo suyo es un poco igual. Las profesiones vocacionales implican mucha pasión.

-Tras ‘La madre’, ¿hay nuevo proyecto ya?

-Hay un proyecto muy diferente. Es la historia una mujer de unos 47 años.

-Creo que me va a decir aquello de «hasta aquí puedo leer»...

-Las cosas que se cuentan es más difícil que se hagan.