Ilustrador de moda. Uno de los grandes de este país. Turolense de Santa Eulalia del Campo, ha hecho un sello propio. Hace arte de un rotulador. Ha hecho escuela. Acaba de inaugurar una página web, donde disfrutar de sus procesos.

-Déjeme empezar con un secreto. Usted es de los que aún envía Christmas... ¡Y los dibuja de propio!

-Ya que lo hago, trato de hacerlo bien. Otros años, he tirado de imágenes que había realizado para alguna campaña. Esta vez, es un diseño hecho de propio para las fiestas. Hay quien me responde y todo (risas).

-Habrá sacado tiempo de debajo de las piedras. Acaba de estrenar una página web que hasta tiene una tienda ‘on line’.

-Dentro de la web se ha creado una tienda 'on line', porque había una demanda. Nos llegaban peticiones y atenderlas nos obligaba a hacer reproducciones una a una. Así que nos decidimos lanzar ediciones limitadas de mi trabajo. Al tener que renovar la web, para albergar la tienda, nos decidimos a completarla con información.

-Hay todo un apartado sobre su técnica, que es absolutamente particular…

-A la gente le gusta conocer los procesos. La mía es una técnica que he ido trabajando a lo largo de los años. De hecho, ha habido personas que, al descubrir mi trabajo, piensan que se trata de un lienzo o algo elaborado con un programa digital. Todo lo que hago es lo que lleva la evolución de años. De empezar con témperas, experimentar con rotuladores y luego probar, intuitivamente, con esta misma herramienta y otro tipo de textura. Ha sido un aprendizaje de acierto o error.

-¿Cuántas horas de trabajo hay detrás de una de sus obras?

-¿Doy la respuesta bonita o la real? La bonita es que son 61 años de trabajo. La real es que cuanto más complicada sea una imagen, más trabajo lleva. Pero eso se aplica a todos los ámbitos.

-Trabaja para todo el mundo pero hace tiempo decidió volver a Aragón.

-Ya, cuando estaba en Madrid, yo trabajaba desde mi casa. Y, desde que en 2000 el mundo empezó a digitalizarse, me di cuenta de que esa casa podía estar donde quisiera. Y aquí se vive mejor. Si trabajas con imagen, ahora mismo, puedes vivir en cualquier parte del mundo.

-Ha hecho muchas exposiciones… Entiendo que la del Museo del Traje, donde solo dos aragoneses han expuesto, usted y Pertegaz, fue especial.

-Y también la de aquí en CAI Luzán... Pero es verdad que el Museo del Traje es una institución del Ministerio de Cultura y para mí fue un punto de inflexión.

-Aunque sé que también recuerda con mucho cariño una exposición en su pueblo, Santa Eulalia del Campo.

-Fue hace 3 o 4 años, coincidiendo con las fiestas. Di el pregón. Mi padre se había ido ya y me costó muchísimo decir esas palabras, porque no quería dejar de hablar de él. Vivir en un pueblo es como hacerlo con una gran familia. Fue muy emocionante.

-De pequeño, allí, ¿ya pintaba?

-Desde pequeño. Y queda alguna prueba, por ejemplo, en el local donde hacíamos la peña mis amigos y yo.

-¿Cómo decidió dedicarse a la moda?

-Yo creía que quería ser diseñador. Muy joven me fui a Barcelona, con el apoyo de mi familia, que no es lo habitual. Empecé a trabajar como ayudante en el equipo de diseño. Pero me daba cuenta de que disfrutaba más cuando hacía el boceto que construyendo la prenda. De ahí, me fui a Sevilla, donde conocí a Victorio y Lucchino. Y un día me vieron gabaratear. Ellos me encargaron mis primeros trabajos en el 85 u 86, aunque el gran salto fue en el 92, cuando hice la carpeta para la colección de Carmen, su primer perfume, y de su colección para Cibeles. A raíz de ahí me descubrió Cosmopolitan, revista con la que trabajé 17 años. Luego vinieron Elle, Telva, otras publicaciones de fuera de España...

-¿Por qué siempre ha dibujado estas figuras tan estilizadas?

-No siempre lo he hecho y cuando empecé a hacerlo fue por divertimento. Esa era la parte irreal. Pero, por otro lado, procuraba que las texturas, las luces y las sombras fueran muy reales. Esas figuras no son para mí los seres ideales. Son mi forma de expresarme y no hay que ver más allá. Al final, forman parte de mi estilo.

-¿A quién admira usted?

-Siempre he admirado a los clásicos. Velázquez, Mengs, Sorolla, Modigliani... Me fijo en ellos cuando reflejo texturas.

-También hay quien se inspira mucho en usted. Le han sadido imitadores.

-Siempre que coincido con estudiantes les digo que estoy agradecido y emocionado de que la gente me imite. Pero que si quieren hacer algo en serio, tendrán que encontrar su sello.

-¿Qué le pide a los Reyes?

-Salud, sin eso lo demás no vale nada. Y unos políticos que se preocupen de la gente que les vota.