Este pediatra y escritor, nacido en Zaragoza en 1960, se ha convertido en un referente de la crianza con apego. Defensor a ultranza de la lactancia materna o del colecho, muchos de sus libros son auténticos ‘bestsellers’.

-Algunos abuelos aconsejan no coger tanto a los bebés porque luego «se malacostumbran».

-Todo eso viene de la década de los 70, una época para olvidar en la que los médicos recomendaban ese tipo de cosas. Lo curioso es que algunas de esas abuelas que dicen no lo cojas o no te lo metas en la cama, en realidad ellas sí que lo hicieron, lo que pasa es que las riñeron tanto que algunas se quedaron con la idea de que habían educado mal y no quieren que sus hijos lo hagan igual. Cuando un niño llora, lo normal es querer consolarlo, no dejarlo llorar. La gente que lo hace, lo hace en contra de su voluntad porque se lo han dicho.

-¿Hay que seguir más el instinto y hacer menos caso al entorno?

-Habitualmente sí. Creo que la mayor parte de los padres intentan hacerlo bastante bien en la mayoría de las ocasiones. Si no fuera así, nos habríamos extinguido hace miles de años. Pero, claro, tampoco podemos decir que los padres lo sepan todo o no se equivoquen jamás. Muchos padres me han dicho que gracias a mis libros han recuperado la confianza en ellos mismos porque han visto que aquello que querían hacer no está mal como les decían.

-Defiende a ultranza el colecho. ¿Por qué?

-Porque otros lo atacan a ultranza. Yo no propugno el colecho, lo defiendo de quienes pretenden prohibirlo. Cada familia tiene derecho a dormir como mejor les funcione, y a cambiar de método cuando deje de funcionar.

-Aboga por educar sin castigos ni premios. ¿No hay que tirar la toalla?

-Es que son inútiles en la educación, y hay estudios científicos que lo demuestran. Lo asombroso es ver gente que todavía intenta usarlos. Además, aunque fueran efectivos, serían inmorales. El concepto de prohibir para demostrar quién manda es aberrante.

-Asegura que la liberación de la mujer ha sido un engaño.

-Algunas mujeres siguen cocinando o fregando igual que sus abuelas, pero además, en sus ratos libres, tienen que trabajar en una empresa ocho horas. Si eso es liberación... Lo que ocurre es que los libros los escriben personas que tienen trabajos interesantes. Nadie se realiza por poner sardinas en una lata.

-¿Guarderías sí o guarderías no?

-Pues depende de las necesidades. En los países con un permiso de paternidad decente no van y no pasa nada. Lo que es muy triste es que se haga creer a algunos padres que ir a la guardería es mejor. He encontrado padres en paro haciendo un increíble esfuerzo económico porque les habían dicho que si el niño no iba a la guardería no se socializaba, no se soltaba a hablar o no aprendía hábitos. Es la chorrada del siglo.

-Algunos padres se obsesionan y buscan que la forma de criar a sus hijos tenga beneficios a largo plazo.

-A veces, por desgracia. A ver, vacunar a mis hijos o llevarlos al colegio tiene beneficios a largo plazo. Pero consolarles, contarles cuentos o jugar con ellos no sé si tiene beneficios, ni me importa. Lo hago por amor sin esperar beneficios.