Es el promotor de Zgreens, empresa innovadora y con cierto componente ecológico, que cultiva sin tierra ni luz natural microplantas comestibles como producto cercano, sostenible y del futuro, al igual que la NASA.

—¿Cómo se le ocurrió la idea?

—Mi trayectoria profesional ha sido de jefe de cocina durante los últimos 15 años. Y en un impass laboral, buscando alguna alternativa, conocí el cultivo hidropónico. Como había trabajado con este tipo de productos, que venían de fuera de España, empecé a hacer pruebas y a investigar, y como tenía contactos en la restauración en Zaragoza los di a probar. Todo fue empezar. Me instalé en junio del 2018 en el CEEI (Centro Europeo de Empresas e Innovación de Aragón) y salí al mercado en agosto. Poco a poco las ventas han aumentado, el boca a boca ha funcionado y cada vez cultivo más.

—Hablamos de microplantas comestibles cultivadas sin tierra ni luz natural.

—Sí. El sistema hidropónico es un cultivo sin tierra, en el que solo interviene el agua y un sustrato de tela, que es el que hace de sujeción física de las plantas. Utilizo luz led de horticultura, con un espectro luminoso que en mi caso es para un crecimiento vegetativo, porque no quiero flor. Y aunque no puede denominarse ecológico, porque tendría que estar cultivado en tierra, es muy limpio al carecer de pesticidas y ser hasta un 95% más eficiente en el gasto de agua, porque la recirculo. Ha tenido muy buena aceptación en países nórdicos ya que les permite cultivar vegetales frescos todo el año. En mi caso, controlo el clima y también puedo garantizar a mis clientes que aquí siempre es verano .

—¿Qué variedades cultiva?

—Desde rabanitos a coles, guisantes, borraja, acedera roja, el kale que está ahora muy de moda, plantas aromáticas como albahaca, cilantro, etc.

—Y todo en tamaño mini.

—La borraja tiene ocho días y mide dos centímetros de alto. La mayor parte de estos cultivos son para ser consumidos en crudo, frescos. En la restauración de nivel medio-alto funcionan muy bien estéticamente porque son pequeños y tienen una gama de colores muy variadas. Pero también porque son un ingrediente más del plato, tienen su porqué y aportan un sabor diferente. En el caso de la borraja, porque tiene un sabor yodado, como de melón y pepino. Lo que nos falta es la cultura doméstica de poner un puñado de rabanitos, por ejemplo, dentro de un bocadillo. Vamos a intentar que forme parte de la mesa diaria.

—¿Puede ser la comida del futuro?

—Lo que tienen estas plantas es que la concentración de vitaminas es de hasta un 40% mayor que en la planta desarrollada. No es solo un disfrute, sino salud. El microbrócoli, por ejemplo, tiene los principios activos anticancerígenos del brócoli pero mucho más concentrados. También hay que pensar que la población futura se va a concentrar en las ciudades y hay que potenciar el consumo de cercanía. No es sostenible transportar un producto ecológico mil kilómetros. Que sea limpio y cercano será esencial.

—También son los cultivos de la NASA.

—Así es. Ya se han conseguido cultivar vegetales en la estación internacional. Es mucho más fácil y viable transportar semillas que plantas. Aunque allí se está investigando para llevar estos cultivos a límites tecnológicos superiores.