La cineasta zaragozana fue la gran triunfadora en los últimos Premios Simón celebrados el viernes pasado ya que su documental 'Bécquer y las brujas' se llevó cuatro galardones (Documental, Dirección, Guion y Montaje).

—Cuatro premios Simón, tanto que cuando ganó el último nadie sabía dónde estaba...

—¡Yo ni me enteré! Te bajan del premio anterior a hacerte todas las fotos oficiales y yo ya me iba a dar toda la vuelta para volver a mi sitio pero una persona de la organización me dijo ‘¿no estás nominada también para el documental? Por si acaso, quédate’. Y ahí estábamos de conversación, se veía todo por una tele pero no se escuchaba y nadie nos decía nada y, de repente, me dicen ‘¡pero sube!’ y yo ‘¿qué pasa?’ Luego lo vi en la tele y me di cuenta de la espera.

—¿Qué suponen estos cuatro premios?

—El reconocimiento de la tierra que es lo más bonito, te pueden dar premios en otros sitios pero no tiene nada que ver con que te los den en Aragón que es tu casa. No puedo estar más contenta por lo difícil que sé que es y por la suerte, porque siempre considero que hay un factor suerte en todos los premios del mundo, de que esto haya pasado.

—Y un espaldarazo a una producción no comercial con lo que cuesta levantar estos proyectos.

—Como dice siempre Rubén Martínez ha sido un documental que se ha cocido a fuego lento como las brujas hacían los cocidillos. Empezamos como un corto y luego íbamos viendo que había mucho tema, hasta el punto que hubo un momento que tuve que parar porque si no, no iba a empezar nunca.

—¿Qué cree que han visto para premiarle?

—Creo que han valorado que es una apuesta diferente porque mezclamos recreaciones y muchas historias. Han valorado cómo están mezcladas, que podamos saltar de una manera coherente de la infancia de Bécquer en Sevilla al origen de la Inquisición, de la brujería, de la hechicería… Doy una información diferente de una manera diferente. Hay mucho trabajo de guion y de montaje porque hemos intentado que fuera un documental muy vivo, incluso tiene varias capas de lectura. Además, no usamos una voz en off, me lo cuentan siempre los historiadores y los expertos en Bécquer.

—¿Cuál era la pretensión de este filme?

—Difundir esta historia. Al encontrar una figura oculta como Bécquer, que más que su obra me fue apasionando él como persona, darte cuenta que las Cartas desde mi celda no son conocidas por el público en general y ver que estaba vinculado con Trasmoz y que esto no era especialmente conocido, dije ‘esto se tiene que conocer y difundir’.

—¿Qué le llamó la atención de las Cartas desde mi celda?

—Es el relato más confesional de Bécquer, él está hablando de sus sentimientos e inquietudes, me pareció muy íntimo y que hablaba de brujas, me ofrecía una estructura muy diferente. Y hacer algo que era mezclar a Bécquer con la brujería no era fácil. Hablando con la experta María Tausiet me dijo que cómo se me había ocurrido. Y yo, no, no ¡se le ha ocurrido a Bécquer esta mezcla! Él iba contando lo que vivía en la zona del Moncayo y las cartas 6, 7 y 8 tienen relación con la brujería.