Esta artista zaragozana ha ganado el premio de arte Santa Isabel de Portugal que concede la DPZ por su instalación ‘274 / Autobiografía’ en la que reflexiona sobre la maternidad en la sociedad que vivimos.

—¡Enhorabuena por el Santa Isabel de Portugal!

—Estoy muy contenta y muy agradecida. No me lo esperaba, para nada.

—Hábleme de la pieza 274 / Autobiografía con la que ha ganado el premio.

—Es una pieza del proyecto Abrigo que es el que he estado trabajando este año en una residencia en Madrid. Es una instalación que representa la manera en la que se nos educa a las mujeres. No cabe la posibilidad de que no quieras ser madre. El sistema nos educa en una idealización de la maternidad. Yo dejé de estudiar muy joven y después lo retomé cuando ya tenía claro qué hacer. Y eso hizo que a los 24 siguiera estudiando y formándome para el oficio que hoy desempeño y no cabía la posibilidad de ser madre.

—¿Por lo que pueda pasar?

—Es otro error que tiene la sociedad, creemos que en el momento en el que vas a ser madre o padre tu carrera está perdida y tienes que renunciar a todo y no es así. Es difícil pero no será imposible si viviéramos en otra sociedad donde los cuidados se compartan. Por ser madre no vas a tener que abandonar todo lo que estás haciendo.

—¿Y eso lo ha proyectado en la pieza?

—La instalación la forman 274 peanas de madera, que son los ciclos que he tenido durante mi vida y ese 274 es el que corresponde con mi hija Valeria. Hay un degradado tonal de piel de ajo molida que va del blanco al morado. Además, hay un grabado en el que yo reflejo un caos absoluto que he vivido a lo largo de este año. Quería hablar del caos que es bello también, es algo precioso pero no es ideal ni mucho menos.

—¿El año que ha vivido en Madrid ha moldeado su obra?

—Todo ha influido en la ejecución de la pieza, conforme van pasando los meses de mi residencia voy pasando por una serie de etapas y el proyecto va cambiando, los primeros meses te dedicas a leer y encontrarte con esta nueva situación y luego vas aplicando todo y la experiencia en sí. Esta pieza es autobiográfica pero es que este proyecto lo es también, no me daba cuenta pero ahora viendo las piezas, noto que se han modificado en función de cómo vivía la experiencia.

—No ha sido un año sencillo el que ha pasado...

—El sistema está totalmente caduco para gente como nosotros que tiene su trabajo y no puede vivir del arte. Las dotaciones económicas que se conceden a este país son muy escasas y sin revisar desde hace muchos años. Y si decides ser madre es peor. La gente te dice ‘haber renunciado’. No tengo por qué hacerlo, tengo que tener las mismas oportunidades, son aportaciones económicas que no te permiten desarrollar un proyecto ambicioso y mucho menos vivir durante un año produciendo.

—¿Qué le supone este premio?

—Un empujón y una ayuda estupenda. Lo necesitaba porque emocionalmente ha sido una carga potente y esto te da un chute de energía necesario. Y me alegra mucho por el grabado que es el patito feo del arte.