Es el músico zaragozano con más años al frente de una agrupación musical. Dirige la Polifónica Fleta desde hace 50 años. Esta tarde (19.30 horas), la iglesia Santa Isabel de Portugal acoge un concierto homenaje en su honor.

—50 años al frente de la Polifónica Fleta, ¿recuerda el primer concierto?

—Me acuerdo porque la Polifónica nació en la Agrupación Artística Aragonesa y lo dimos allí a los tres meses de ingresar. Fue un 22 de noviembre así que llevamos 50 años y 8 días. La Polifónica se fundó allí y dimos el primer concierto para conmemorar algún aniversario de la propia agrupación.

—¿Pensaba llegar tan lejos?

—Entonces no te haces esas preguntas… Recuerdo un día que fue muy emotivo. Fue un aniversario de la muerte de Fleta, cuando se le cambió el nombre al gran teatro Iris por el gran Teatro Fleta y ahí actuamos con su hijo Miguel, las hijas de Fleta, la Sinfónica de Zaragoza… Fue un día muy bonito y de eso hace 50 años menos unos meses porque fue en mayo.

—¿Con qué momento se queda?

—En una coral de estas características los grandes momentos son los viajes. Hicimos una gira por Estados Unidos y estuvimos dando conciertos en universidades y centros de cinco estados. Fue una experiencia preciosa y eso deja huella porque cualquiera no actúa allí. La coral por muy profesionalizada que esté, no es profesional porque no vive de ello. Entonces, en un coro amateur hacer una gira de ese tipo deja huella.

—También actuaron en Israel...

—En Israel actuamos el día de Nochebuena en la gruta del nacimiento. Recuerdo a la gente llorando de la emoción de estar cantando allí, fue muy bonito. Luego hemos tenido actuaciones con orquestas, con la Sinfónica de Haifa, hemos grabado el Himno de Aragón con la Sinfónica de Madrid, hemos dado conciertos con la desaparecida Sinfónica de Zaragoza... para una coral que se quiere parecer a una profesional pero no lo es está muy bien.

—¿Cuántas horas de trabajo hay detrás de la Polifónica Fleta?

—Ensayamos todos los días y seguramente ahí está el quid de nuestro éxito. Ensayamos de lunes a viernes, tenemos un repertorio de 504 obras, todas no están para cantar en este momento porque le das vuelta al repertorio pero eso solo se puede hacer con ese plan de trabajo. Probablemente eso sea un hándicap en estos tiempos de ocios. Atenerse a unos horarios muy estrictos exige mucha implicación, salir del trabajo y meterse en la sala de ensayo otras dos horas…

—¿Cuántos están ahora?

—Ahora estamos 26, hemos llegado a tener 39 pero estamos viviendo una mala época para el canto coral. En los últimos tiempos, en Zaragoza han desaparecido dos coros. La Polifónica ya es un coro mayor, yo ya tengo mis años...

—¿No hay gente joven?

—Jóvenes, jóvenes, no. Tenemos jóvenes de 50 años… Los más jóvenes no están por la labor pero no es un problema nuestro, es un problema global de la cultura. Yo la Sociedad Filarmónica la he conocido con 1.200 socios y ahora tiene 200. Es problema de nuestro tiempo.

—¿Hasta cuándo va a continuar?

—Yo mientras la salud me respete, seguiré dirigiendo.