El dibujante aragonés ha formado parte de las sagas estadounidenses de cómic de Star Wars y Transformers siendo testigo y motor del cambio que se está dando en Aragón con respecto al medio.

—¿Cómo acaba un aragonés dibujando la serie de Star Wars

—Trabajando y moviéndote mucho. Siempre he tenido muy claro desde que soy pequeño que me gustaba dibujar y, en un momento dado, dije tengo que buscar la forma de profesionalizarme con esto y en aquel momento las posibilidades que había era de ir hacia fuera.

—¿Está muy idealizado trabajar en una serie como Star Wars

—Al final, no deja de ser un trabajo, tienes que cumplir con lo que te encargan y destinar las horas que necesites para hacerlo y, desde fuera, se idealizan más las cosas pero, desde dentro, no dejas de estar en contacto en un equipo con un guionista, un editor y ponerte a funcionar, es un trabajo más. Aunque es verdad que haces lo que te apasiona y juegas con personajes que conoces y te gustan, tienes cierta responsabilidad porque es un universo muy conocido.

—¿Tiene libertad?

—En realidad, cuando te ponen a trabajar en estas series es porque saben que te van a dar libertad creativa. Hay ciertas normas; por ejemplo, con los sables láser no podías dibujar sangre al hacer una herida, tenía que cauterizarse y salir un halo de luz pero luego en la parte creativa tienes total libertad y, de hecho, te contratan por eso. A mí, el editor terminado el primer número me dijo: «Muy bien porque tenías un guion muy denso y tosco y hay que pasarlo y desarrollarlo en páginas y en viñetas para que sea comprensible’. Al final, tu labor es narrar visualmente lo que tienes en texto, convertirlo en pequeños cuadros, viñetas que tengan una composición.

—¿Qué tal con los fans de la serie?

—Solo puedo estar agradecido. Alguna vez por internet he visto que alguien se quejaba de que en tal nave no estaba bien puesto el foco que no iba en se lado si no detrás. A ver, trabajas contrarreloj y tienes que hacer 22 páginas en una semana y a lo mejor son detalles tan nimios que se te pueden pasar por alto. Pero estoy muy agradecido, los fans me llegan a dar trabajo, me hacen encargos.

—Hay varios dibujantes en Zaragoza trabajando para el extranjero, ¿necesitamos aquí una verdadera industria?

—Cuando empecé a hacer fanzines en los 90, al menos Zaragoza era una especie de erial del cómic. Una de las metas que me propuse además de vivir de esto, era normalizar el cómic. Creo que si hoy tenemos un Salón del Cómic en Zaragoza y la riqueza y variedad de proyectos de todo tipo, es precisamente porque en aquel momento muchos actores en la ciudad impulsamos aquello. Y eso también repercute en la industria en España, ahora ya hay casos de que trabajas para el mercado nacional.

—Que se lo hubieran dicho a Ezquerra...

—Para mí, es un referente porque cuando yo era pequeño no era consciente de que Ezquerra era español. Cuando veía su nombre pensaba que era alguien de México o Sudamérica y conforme empiezas a indagar, se convierte en un referente y piensas que si está trabajando para fuera, yo también puedo hacerlo y hasta ahora afortunadamente ha sido así.