Prestigioso catedrático de Historia Contemporánea, acepta por primera vez un cargo de gestión para sustituir a Chesús Bernal al frente de los cursos extraordinarios de la Universidad de Zaragoza, que empiezan el 1 de julio.

—¿Señor director?

—¿Sabe que este es mi primer cargo de gestión universitaria? Nunca he sido ni secretario de departamento, solo me he dedicado a escribir. Cuando me llamó Yolanda Polo, la vicerrectora, me sorprendió mucho. Yo era amigo de Chesús Bernal y, aunque no compartíamos militancia, siempre mantuvimos una relación de amistad extraordinaria. Con él hablaba mucho de todo el lío que era esto.

—¿Aun así se lanzó?

—Primero dije que no porque tenía un problema familiar, pero cuando murió mi madre entendí que era un buen momento. Soy historiador de la historiografía, historiador de la universidad y de la cultura, claro. El año pasado me dieron el premio nacional de la Asociación de Historia Contemporánea. Es decir, que lo único que sé hacer, más o menos, es escribir sobre la teoría de la historia y tal. Así que esto suponía un reto.

—¿Qué herencia le dejó Chesús Bernal?

—Estamos haciendo una especie de continuidad rupturista. Es continuidad porque todo lo que se va a hacer este año lo había dejado preparado ya Chesús. Sin todo su trabajo y el equipo que dejó, no habría habido cursos este año. Para mí sirve un poco de homenaje. Lo acepté como una responsabilidad en memoria de Chesús, que se volcó los últimos meses de su vida en esto.

—¿Qué historia deja detrás?

—Llevo 37 años. Empecé como profesor de instituto y he pasado por todos los niveles que se puedan imaginar. Antes de llegar a Zaragoza estuve en San Esteban de Gormaz, en Barbastro, en Tauste y en Artá -Mallorca es mi segunda casa--. He recorrido todo hasta llegar a la cátedra. La plaza de instituto la saqué en el 84 y hasta el 92 fui de un lado a otro. En Mallorca tuve de alumno al tío de Rafa Nadal, al futbolista, Miguel Ángel, que no aprobaba nada.

—¿Cómo se estudiará este momento de la historia? El indepentismo catalán, por ejemplo.

—Se estudiará como se estudian los nacionalismos, objetivamente y viendo las responsabilidades de políticos, intelectuales, medios de comunicación... Ya se está estudiando con libros muy interesantes, aunque también desde la propaganda de los dos bandos. Las cosas no son nunca blancas o negras, siempre hay matices.

--¿Qué espíritu quiere reflejar?

--Los universitarios estamos para vivir en la sociedad e investigar. Debemos tener un compromiso social al mismo tiempo que un compromiso de distanciamiento científico con tu objeto.

--¿En qué consisten los cursos?

Son la extensión de la universidad a la alta divulgación y la presentación de la investigación a la sociedad. Los imparten profesionales de todo tipo, es la mejor representación de lo que es el conocimiento en la sociedad civil. Tenemos 45 cursos, divididos en siete grandes áreas, y 16 sedes. En el 2018 tuvimos 507 estudiantes y este año ya estamos por encima de los 600. Esto sirve como proyección pública de la universidad y para ratificar que no somos una torre de marfil pese a lo que diga alguna gente.