Fabiola Gil es una pintora, escultora y grabadora nacida en La Almunia de Doña Godina, responsable del Estudio Fabiola Gil, único en España, dedicado a la mokuhanga.

-Perdone, pero… ¿qué es la mokuhanga?

-Es mokuhanga o xilografía japonesa. Al principio piensas por qué hay que denominarla con un nombre específico si total es xilografía, qué más da que sea japonesa u occidental; pero la japonesa tiene unas características concretas que la diferencia mucho de la occidental, son opuestas; estaríamos hablando de que es la oposición porque occidental y oriental siempre están enfrentados en el bueno sentido.

-¿Cómo llegó a esta técnica?

-A mí me atrajo su versatilidad técnica; se parecía mucho al tipo de trabajo que estaba buscando. Cuando empecé a conocer la técnica me gustó que totalmente diferente a la xilografía occidental, era muy versátil a la hora de la reproducción de imágenes.

-¿Qué diferencias hay entre la xilografía occidental y oriental?

-En la occidental, la madera, la talla y las imágenes tienen que adaptarse a la técnica; en el caso de la japonesa, podemos encontrar autores que tienen una técnica hiperrealista y autores y completamente abstractos. Me gustó también que fuese todo manual, que no necesitara una infraestructura específica, ni un tórculo ni una prensa... era un momento de mi vida en que no tenía un espacio para trabajar y vi una salida. En la xilografía y el grabado en España se utiliza mucho el negro y el blanco, y en la japonesa lo más importante es la utilización del color y la apariencia de que es una pintura. En la occidental se ve mucho la madera, la plancha, las marcas de las herramientas y las fuerza que tienes que hacer y en la japonesa es más sutil, casi no se ve que es una madera, parece una acuarela... y lo que más impacta el color que puedes llegar a conseguir.

- Usted es grabadora, pero necesitaba formación.

-Yo venía del mundo del grabado y la escultura me ha ayudado mucho por el conocimiento de los materiales; pero si quería tener una enseñanza más profesional, en España no existe nadie, de hecho a día del hoy el estudio es el único espacio físico donde se puede aprender la técnica, eso no quiere decir que no haya autores o algunos profesores de grabado que puntualmente den esta técnica pero especialista, especialista, no, solo yo.

-¿Cómo fue esa formación?

-Empecé a buscar información, te estoy hablando de hace diez años y entonces internet no es lo que es ahora y la búsqueda era diferente y conseguí poco, pero poco a poco conseguí más y cuando me quise dar cuenta me vi engullida por la xilografía japonesa y no había vuelta atrás. Fue una búsqueda personal porque tenía tiempo y siempre me había interesado pero ni siquiera tenía los materiales específicos; y sin darme tiempo ya me había ido a Londres y me iba a ir a Japón...

-Y ahí comienza su aventura.

-En Japón he estado tres veces. Mi primera formación fue la investigación y poner en práctica la poca información que tenía. Fue un poco autodidacta, de hecho cuando llegué a Japón yo ya dominaba la técnica. De esa primera parte en casa, que no era ni siquiera en el estudio, encontré a una artista, Laura Boswell, que daba cursos de xilografía japonesa. Me puse en contacto con ella y como no podía asistir a sus cursos estuve una semana en su taller; fue un poco la puesta en común y la primera vez que hablé con alguien de la técnica. Ella me recomendó ir a una residencia en Japón, en Kawaguchiko, pensada para artistas internacionales. Esa residencia tiene tres partes, iniciación, medio y avanzado; yo no podía irme tres veces a Japón y mandé el proyecto para el avanzado y me cogieron... De esa primera estancia en Japón (2016) me di cuenta de que la enseñanza está muy enfocada a los occidentales y me sabía a poco. Al año siguiente, una artista australiana que conocí montó un curso en Kyoto (2018) y ya era con dos maestros, uno tallista y uno estampador... y ya fue ir a los gremios.

-Y la tercera.

-Después de esta experiencia me llegó un mail de David Bull quería tener unas estampas mías en su galería. David Bull aquí no es nadie pero en mokuhanga es el mayor referencia a nivel didáctico y de difusión de la técnica, porque tiene un estudio en Tokio, está muy presente en las redes y todo el mundo que ha visto algo de mokuhanga ha visto a David Bull y que él se interese por mi trabajo y que estuviese presente en su galería, eso fue y es una de las cosas más importantes. Gracias a esta relación estuve invitada él a su estudio en el 2019 y fue la experiencia más profunda porque en su estudio trabajan todos los gremios, los carpinteros, el del papel y conocer a la gente que hace los materiales que uso fue muy emocionante. Salí de Japón con un tifón y luego vino una pandemia... lo siguiente viaje previsto se paró

-¿Qué temas trata? ¿Cuál es el precio de las obras?

-Una cosa que me gusta mucho de cómo tratan el grabado, por ejemplo el género ukiyo e, en los siglos XVII y XIX, es que se genera para una clase media, para que llegue a todo el mundo, porque en ese momento en Japón el 90% de la población sabía leer y escribir y quería arte y se genera una industria cultural para que todo el mundo llegue a ese arte; eso me interesa de esa forma de pensar, el democratizar el arte, no pensar que para comprar una obra de arte haya que pagar miles de euros si no que la pueda comprar todo el mundo; y la mejor forma de que apreciemos la obra del artista es que muchas personas puedan acceder a ese arte. Yo no creo en el arte para las elites, porque tener dinero no significa ser culto. Y eso me interesa del grabado porque al ser obra múltiple es más económico. La obra múltiple ha tenido connotación negativa y para mí, no, si no que el arte llegue a la gente. Imagínate que fuera un escritor y mis obras solo pudiera leerlas un lector. En cuanto a temas, yo utilizo temas la vida diaria, las cosas pequeñas que nos pasan, que curiosamente pueden llegar a la gente porque también les pasan. Y las cosas pequeñas son las que mueven el mundo.

-Además, hace formación. ¿Qué tal acogida están teniendo los cursos?

-Curiosamente, el 90% de la gente que venía a nuestros cursos hasta que nos cerraron las fronteras eran de fuera de Zaragoza. La acogida que ha tenido la técnica en la ciudad ha sido muy importante porque hay un grupo de ocho personas que viene todos los martes que vienen a trabajar la técnica al estudio, que me parece impresionante para Zaragoza y para una técnica para esta. En una técnica que se trabaja sin ordenador, con material directamente y hay personas que vienen al curso que vienen del diseño gráfico y muchas veces les digo que vienen a terapia porque se deja la técnica y se trabaja con las manos. Se ha sustituido la gente de fuera, y ahora los cursos son individuales. En la página web tenemos abonos por horas y concretamos horarios y lo que quieres hacer y en lugar de más personas, que es enriquecedor, se hacen pero individual. Para mí ha sido sorprendente que la gente quiera aprender la técnica. Los cursos empecé a hacerlos porque la gente lo pedía y ahora estamos preparando un manual de xilografía japonesa en castellano, que será el primero que se edite, porque la gente nos lo ha pedido. Y me sorprende, que algo que empezó siendo una curiosidad mía esté teniendo tanto interés.

Y expone desde este martes en La casa de los Morlanes.

-El proyecto inicial estaba en hacer talleres, charlas y demostraciones, pero por el covid no va a poder ser, pero va a ser una exposición didáctica con las obras del estudio. Habrá obras, están las planchas, los materiales, contamos de qué va… La he planteado para mostrar los diez años de trabajo, cómo he llegado aquí, cómo llegué a la xilografía, mis primeros trabajos…