Puede presumir de haber estado medio siglo pegado al ring, de llevar a Perico, de fabricar campeones distintos con sus manos de orfebre. A sus 68 años sueña con un renacido boxeo mientras da lecciones de vida y deporte en el gimnasio One Fitness.

—¿Toda una vida en el boxeo?

—La primera vez que entré por la puerta de un gimnasio era el año 67.

—¿De dónde le salió la pasión?

—No sé, en mi familia nadie había hecho deporte, pero me enganchó. Enseguida vi que si uno es un poco espabilado solo te entran las manos que tú quieres.

—Disfrutó de los mejores años del boxeo en Zaragoza, los 70.

—Todo coincidió. Perico Fernández empezaba a triunfar, teníamos buenos chicos y había unos federativos que trabajaban muy bien, grandes personas. Estaba también Moisés Abós, que estuvo muchísimos años y fue como un padre. No solo enseñaba, daba buenos consejos.

—¿Subió poco al ring?

—Muy poco. Me dediqué casi desde el principio a la preparación. Por unos problemas particulares que tenía, me puse a trabajar de ayudante con José Avances Mur y me saqué el título nacional. Empecé a trabajar y a hacer boxeadores y en poco tiempo viví lo que nunca más se ha vuelto a conseguir. En el año 75 conseguimos en los Campeonatos de España absolutos tres oros, una plata y dos bronces.

—¿Por qué está el boxeo estigmatizado?

—Se habla mucho más de las cosas malas que de las buenas. Mucha gente se ha salvado de la mala vida y se ha abierto un camino gracias al boxeo. Hay muchos casos, pero eso no lo dicen y no sé por qué. Me duele mucho porque se hace una labor muy buena con la gente, de verdad.

—¿Qué cosas buenas tiene?

—Físicamente muchísimas porque trabajas todo el cuerpo, tanto aeróbica como anaeróbicamente. El cardio es muy bueno también. Socialmente he tenido gente con problemas y aquí se encauzan todos. No solo se les da una educación deportiva, sino de saber estar. En el boxeo es el único deporte donde la gente solo se pega en el ring. En las salas no lo he visto nunca, ¡y mira que llevo años!

--¿Con el boxeo puede ganarse la vida?

--Mi oficio ha sido siempre joyero. Trabajé muchos años de artesano en Pomar, hasta que me quedé sin trabajo y me vinieron a buscar de un gran club de Calatayud. Allí, de un chico que había que enseñarle a todo saqué un campeón de España.

—¿Cuántos han pasado por su manos?

--Perico, que me tocó llevarlo a los Campeonatos de España, Ángel Quílez, Pedro Vaquero, Santiago Bernal, Carlos Lerín o Raúl Guerrero. Y Silvia Otero y Cristian Cantalapiedra, que los llevé en una misma velada y hoy son matrimonio.

--¿Qué enseña?

--Boxeo, pero también otros valores fundamentales como educación o respeto.

--¿Ve brotes verdes?

--Están llegando entrenadores jóvenes muy bien preparados que ya no imponen, enseñan. Aquí, sin licencia no sube nadie a hacer guantes al ring. Además, si veo que no evitan los golpes bien, no les dejo subir. Para reñir no hace falta venir al boxeo, le faltas al respeto a cualquiera por la calle y ya tienes rival. El boxeo es otra cosa, es técnica, colocación de piernas y brazos, entrenamiento, trabajo.