Acaba de firmar el patrocinio de Renfe para árbitras. Pita en primera categoría femenina y segunda masculina de balonmano en pareja con otra mujer, algo inédito en España. Miembro de Jóvenes Árbitros Internacionales, dirige la escuela de arbitraje de Aragón.

—¿Cómo ha acabado siendo árbitra?

— Jugaba en División de Honor Plata en el desaparecido Rótulos y era entrenadora infantil. Con 18 años empecé a compaginarlo con el arbitraje. Desde la Federación Española vieron que tenía bastante proyección y me propusieron centrarme en esto. No me arrepiento.

—¿Ha sido difícil llegar hasta aquí?

—Complicado, porque la gente no está acostumbrada a ver a mujeres arbitrando, y menos en un partido de esta categoría. Pero hay que acostumbrase. La federación territorial y la nacional han confiado en nosotras. Ahora bien, detrás hay mucho trabajo de ver partidos y reglamentos, de tests y pruebas físicas. No puedes tener un buen partido y dejarlo ahí, no, porque seguro que hay cosas que debes mejorar. No es fácil.

—¿Cuántas árbitras de balonmano hay en España en la máxima categoría?

—En División de Honor femenina, máxima categoría en España, y División de Honor Masculina Plata, segunda categoría nacional, estamos tres. Junto a Tania Rodríguez, de la CTA Valencia, formamos la primera y única pareja femenina de la categoría. La canaria Nandi arbitra con un chico. En Asobal, máxima categoría masculina, no hay ninguna mujer.

—¿Quién decide las parejas?

—Las parejas de árbitros son como los matrimonios, nunca se cambian. Y fue la federación la que nos propuso a ambas, hace tres temporadas, formar una íntegra de solo mujeres.

—¿Qué características se necesita para ser árbitro?

—Serenidad, tanto dentro como fuera del campo. Dentro es duro, y hay que trabajar para que los fallos no se repitan. Y fuera, estamos rodeados de aficionados, entrenadores, jugadores… y hay que saber controlar esas presiones. Hay mucho en juego para los clubs en cada partido.

—¿Les enseñan a gestionar todo ello?

—Soy la directora de la escuela de árbitros de balonmano de Aragón y llevo la formación. Intentamos sacar gente nueva y ofrecer ese respaldo que cuando empezamos nosotras no tuvimos. Hay unos 70 árbitros formándose y unas 30 son mujeres. Como en otros aspectos, hasta hace poco las mujeres no teníamos un gran apoyo. El mundo del deporte ha sido hasta hace muy pocos años de hombres. No hemos tenido ni el respaldo ni el respeto que ahora tenemos. Por suerte, ya se ven grandes mujeres en la élite.

—¿Han sufrido actitudes machistas?

—No hemos tenido faltas de respeto por ser mujer ni por el público ni por los jugadores, solo como árbitras. La actitud es muy positiva. Creo que los jugadores confían en nuestro criterio porque llevamos mucho trabajo detrás y en el campo demostramos que valemos igual que cualquier compañero hombre.

—¿Cuál es su reto?

—A corto plazo, arbitrar en Asobal. La federación nos observa y estamos en el punto de mira para progresar. A finales de mes arbitramos el torneo internacional absoluto femenino en Palencia y la fase final de la copa de la reina femenino en abril. El sueño sería arbitrar un mundial europeo o las olimpiadas.