La fórmula del voto útil en España es tan vieja como una Transición que para muchos españoles sigue siendo algo así como el bautismo de su participación política. Adolfo Suárez la esgrimió en las primeras elecciones con su recién creada Unión de Centro Democrático, para apartar a Manuel Fraga, y Felipe González la utilizaría asimismo para arrinconar a Santiago Carrillo.

A ambos les funcionó porque ambos manipularon su sentido, disfrazando de utilidad general lo que era conveniencia propia. Prestando un servicio, el votante indeciso podía ayudar a la estabilidad del país, aún a costa de renunciar a su libertad y a impulsar a las minorías.

El voto útil, en uno y otro caso, fue ya definido entonces como aquel que permitía condicionar hasta cierto punto la ideología del votante a fin de contribuir a reforzar una opción de gobierno válida para una razonable parte del país (bien común). El voto útil (herramienta cívica), ayudó a ser presidente, primero a Suárez y después a González. UCD y PSOE combatieron al alimón el sufragio minoritario, idealista,como un error de concepto, fantasía, frivolidad, desperdicio.

Como ya hicieron sus ancestros, Pedro Sánchez y Pablo Casado han vuelto a aplicar la formula del voto útil a la campaña del 28 de abril.

Sánchez, obviamente, para aglutinar una oferta posibilista de la izquierda en torno al nuevo PSOE que comanda y dando cada día que pasa menos sutilmente a entender que el apoyo a Podemos puede resultar más simbólico que real, más iluso que de utilidad para mantener en el poder a un gobierno de izquierdas.

Casado, por su parte, apela al voto útil para evitar la disgregación en tres líneas de un renglón que venía leyéndose de memoria, como un catecismo, en la tradicional derecha española, hoy escindida. Lo útil, según Casado, es votar al PP como única alianza para arrojar a Sánchez y a sus colchones de La Moncloa y recuperar el poder, aunque sea con el colchón, duro como su mollera, de Abascal, y con ese otro colchón de Albert Rivera que venía siendo como el lecho de Procusto, con abrazos y suspiros a derecha e izquierda, pero que parece se ha cristianado en amor misionero.

Voto útil: puro márketing.