Bailaina, actriz y productora teatral. Fue una de la estrellas del Plata desde que Bigas Luna la eligió y hasta que la crisis sanitaria echó el cierre al cabaret. Ahora, ha convertido su sala, La Suite, en un espacio virtual y actúa en la calle como forma de recuperar la cultura.

La he visto actuando en la calle y reivindicando su presencia allí a través de las redes sociales.

Sacar los personajes a la calle o poner a bailar a mi alter ego Fátima Fahima es una forma de poner en valor la importancia de las artes escénicas. Hablar del valor que tiene una actriz, una artista, con su poder de comunicación. Los artistas siempre somos una especie de pepito grillo. Incluso ante la administración, para recordar que aún se pueden hacer mucho mejor las cosas. Y, durante este proceso, hemos descubierto el poder de esa comunicación para despertar conciencias.

Pero sus personajes están acostumbrados a los focos y a la música...

Empecé bailando. Sin música, sin focos... Ahí solo estaba yo con mi crótalos, mi técnica y mi inspiración. Pero, en realidad, lo tenía en mente desde hace años. Y esta ha sido la oportunidad de hacerlo. Lo tomo como algo positivo. Y, de hecho, estoy pensando cómo ir llevando a la calle al resto de mis personajes, con los que sigo actuando en salas, que están sin trabajo. No sé cómo explicarlo (risas)... Es como si todos los días me entregaran muchos currículum muchos personajes con los que ya trabajaba como Penny X, la gurú striper, o mi Salomé, basada en la obra de Oscar Wilde. Pequeños vagabundos que ahora no tienen donde actuar y a los que la calle les da ahora una oportunidad. Pero no son solo ellas. Este periodo me ha servido para ponerme a escribir y el día se me hace corto. Mi casa se ha convertido en un laboratorio de creación teatral y de danza.

Ha sido unos meses duros para la cultura y el espectáculo. De hecho, su sala de teatro, se ha convertido en espacio virtual.

Ha sido muy complicado emocionalmente. Esta situación nos ha plantado un espejo. Yo tenía dos opciones. Lo fácil hubiera sido destruir, quedarme en casa. Lo difícil era crear y construir algo que hablase de lo que verdaderamente soy y de lo que quiero aportar a este mundo. Y, sí, la Suite teatro se ha convertido en un espacio virtual y seguimos trabajando. De hecho, estamos preparando estrenos, que hilvano con las actuaciones en salas. Solo hay que buscarnos en redes.

¿Y el Plata?

¡Ay, el Plata! ¡Sigue cerrado! Ese fue mi detonante. El cierre del Plata, por la crisis sanitaria, es el momento en el que aparecen las sombras, la diosa guerrera que hay en mí. Todos estamos esperando, igual que la propiedad... La situación es tan rara que es todo muy duro. Lo echo de menos.

Usted y uno de sus ‘alter ego’, Fatima Fahina, eran parte de las estrellas de su espectáculo desde que Bigas Luna la eligió en el 2008, al coger las riendas del cabaret.

Fue maravilloso, pero fue muy fácil, con Bigas Luna. Él veía en mí cosas que yo ni imaginaba que tenía. Confiaba mucho en mí. Joaquina Laguna también lo hizo. Cuando hice el cásting, apenas me dejó bailar un minuto. Yo pensaba que lo habría hecho mal, pero fue lo contrario. Él me dijo: «eres maravillosa; te quiero aquí».

Son muchos años en ese escenario...

Hay días que me duele el cuerpo de lo que he entrenado. Y no solo hay que trabajar con la musculatura sino también con mi lado emocional. Hay días de dolor, de creer que ya está. Yo no soy una jovenzana. Aprender a trabajar sabiendo que ya no puedes tirarte de cabeza sin paracaídas, te obliga a hacerlo desde otro lugar. Aprendes a trabajar con la sutileza ya que no puedes hacerlo con la explosión y la acrobacia. El teatro te ayuda a conocerte y quererte. Y la danza del vientre, al ser una técnica muy sana, te mantiene viva.

Usted ha trabajado con el cuerpo desde niña. ¡Fue campeona de gimnasia rítmica! Pero, ¿cómo llegó la danza del vientre?

Fue oro, plata y bronce en los campeonatos de España. La gimnasia fue una base que me enseñó la constancia, la disciplina o superar el dolor para cumplir un objetivo. Lo de la danza del vientre llegó por casualidad. Y, después, llegó el teatro, que me cautivó. Cuando conseguí entrar en la Escuela Municipal de Teatro, ya trabajaba por las noches en el Plata y por la tarde daba clases de danza. Pero lo recuerdo como algo maravilloso.

Es muy activa en redes. Y allí hace ‘scketches’ sobre bitcoin y criptomonedas. ¿Qué tiene con este mundo?

¡Me encanta! Es una afición que tengo y me permitió entender la economía. Ahora mismo no sé si estoy a favor o en contra del bitcoin. Tiene su aspecto revolucionario.

¿Qué necesita la cultura?

Es necesario que los artistas tengan oportunidades, que tengan un sitio donde actuar. Que se llenen los teatros; las salas. La administración tienen mucho que ofrecer. Los espacios que se han cerrado para el arte pertenecen a los artistas y ellos han de entrar ahí. Tienen mucho que ofrecer.