Irene Sabaté, antropóloga social y profesora en la Universidad de Barcelona. Participa la tarde del viernes (18.00 horas) en la Biblioteca de Aragón, en una conferencia organizada por el colectivo Pensamiento crítico, en la que debatirán sobre Vivienda, de la que se encargará ella y Segregación social, a cargo de Daniel Sorando

-La vivienda da mucho para hablar.

-Mi aportación irá por explorar cual es la tendencia predominante respecto a la vivienda en las ciudades españolas, que ya te digo que es la vivienda en propiedad, pero al mismo tiempo se produce un aumento importante del número de hogares que viven de alquiler; y hay que ver si es una opción escogida o por no poder adquirirla. Abordaré las causas del predominio de la vivienda de propiedad en España, viendo las causas históricas y cómo se ha llegado hasta aquí, puesto que en la primera mitad del siglo XX no predominaba la vivienda en propiedad, contra lo que piensa la mayoría.

-¿Por qué apostamos por la propiedad y no por el alquiler?

-Han habido unas políticas premeditadas y decididas de fomento de la propiedad en detrimento del alquiler, desde políticas fiscales a promociones de algo que es anómalo en el contexto europeo, que es la vivienda de protección oficial de compra; porque la vivienda social en todo el mundo es de alquiler. Esto responde en la época del franquismo a una voluntad muy clara de convertir a las clases trabajadoras en propietarias dando por sentado que eso provocaría que la gente fuera más conservadora, que fuera menos rebelde en el puesto de trabajo porque si tienes que pagar una hipoteca te lo piensas dos veces antes de hacer una huelga o de oponerte al empleador. Y esta fragmentación de la propiedad y la aspiración de ser propietario es un objetivo que se alcanza mediante el endeudamiento y disciplina a la población. Hay que desmentir que tengamos una preferencia natural o un rasgo de nuestra cultura por la propiedad.

-También hay que analizar las condiciones de la vivienda de alquiler.

-Y ver la desprotección e inestabilidad en la que se encuentra alguien que vive de alquiler por el hecho de estar sometido a los bandazos de los precios del mercado. Ha habido un acortamiento de los plazos de los contratos que hacen que sea cada vez menos deseable y atractivo vivir de alquiler. Todo esto ha generado la idea de que vivir de alquiler sea una situación por un lado a evitar y por otro lado, como una fase corta que superar, cuando uno se emancipa, cuando uno se separa...

-Siempre temporal.

-Exacto, como una cosa que prescribe y que tenemos que superar. Esto ha dificultado la aparición de una conciencia colectiva como inquilinos que sí que existe en países europeos, donde los inquilinos tienen más derechos.

-Apuesta por una regulación del precio del alquiler. ¿Va contra la ley de mercado?

-Como cualquier otra regulación del mercado. Estas medidas son contemplables y estudiables y son muchos los movimientos sociales y sindicatos de inquilinos que están pidiendo estas medidas junto con otras. Es de sentido común que si los salarios no aumentan, se mantienen o decrecen, los alquileres vayan aumentando o multiplicando porque hay una descompensación tan fuerte entre los ingresos y los gastos en vivienda que superan todas las precauciones y proporciones aconsejadas por entidades como la propia ONU, que recomienda que el gasto en vivienda de una familia o grupo doméstico no supere el 30%. En España estamos viendo que se supera con creces, en el caso de la gente joven, no en el caso de las personas más desfavorecidas socieconómicamente sino también de las clases medias.

-¿Existe el precio justo?

-Este precio justo estará sometido a debate porque no hay una fórmula mágica, estará sujeto a negociaciones que establezcamos como sociedad, pero en todo caso debería haber un acuerdo que fuera más allá de esos intereses de parte y que estableciera que la vivienda más que una mercancía es un derecho y una necesidad básica y que por tanto debería estar garantizada en condiciones dignas. La ONU hace la recomendación de que el gasto en vivienda no supere el 30%, incluyendo hipoteca, alquiler y gastos en suministros y en España muchas veces se supera el 50%.

-¿Qué medidas serían necesarias para llegar a ese 30%?

-La regulación de precios sería uno de los instrumentos que está siendo practicado en otros lugares muy poco sospechosos de estar fuera de la economía de mercado, como Alemania, Austria, en varios estados de Estados Unidos, Dinamarca... Hay que modular cuánto puede aumentar una renta de alquiler entre contrato y contrato. Estamos viendo en lugares como Berlín se está produciendo la congelación de los alquileres no solo en precios que hay actualmente si no remitiéndose a 2014, que es cuando la cosa empezó a estallar. Esta una, pero no es la panacea ni solucionaría de un plumazo todos los problemas de acceso a la vivienda. Debería acompañarse de otras como la movilización del parque de vivienda que se encuentra vacío y que está en manos de fondos o empresas inmobiliarias que han obtenido a precio e saldo, la puesta en alquiler asequible de esas viviendas, la imposición de cuotas de alquiler asequible en nuevas construcciones o grandes rehabilitaciones incluso en promoción privada. Y debería haber una mayor alineación de las distintas administraciones para remar en la misma dirección del derecho a la vivienda. Por supuesto, la promoción pública de vivienda protegida de alquiler, paro de desalojos o a realojar desahuciados en su propia vivienda con alquiler o en otro lugar. Estas ya se encuentran recogidas en la legislación pero todavía se hecha en falta la voluntad política.

-Usted forma parte del Sindicato de Inquilinos. ¿Ya existe en Zaragoza?

-Sí que hay, hace unos meses que echó a andar y se reúnen semanalmente en el Centro Luis Buñuel y van moviéndose por los barrios y están invitados en la charla.

-¿Qué logros se han conseguido?

-El propio nacimiento del Sindicato es ya un logro porque consigue dar existencia a los inquilinos como un sujeto político que reclama sus derechos. Las condiciones del alquiler tan adversas han hecho que los inquilinos vivamos nuestra condición de forma resignada y el hecho de alzar la voz y proyectarnos públicamente, ya es un logro. Una de las cosas que subrayaría como éxito ha sido el hecho de haber planteado la negociación de los contratos, tanto nuevos como renovaciones, y el plantarse contra las subidas abusivas del alquiler de forma colectiva. En el caso de las grandes propiedades, planteando una negociación colectiva como la que se plantea habitualmente en el ámbito laboral. La primera reacción de la propiedad fue reticente y de no aceptar ni reconocer al Sindicato como interlocutor pero poco a poco se han ido conquistando victorias, por ejemplo consiguiendo renovaciones de contrato al mismo precio, frenando las subidas abusivas, consiguiendo mediante la desobediencia civil que personas que no se había renovado el alquiler pero pagando vía juzgado su alquiler pues se le haya regularizado la situación; y, sobre todo, parando desahucios.