Pintora zaragozana residente en Peñíscola. Se licenció en Bellas Artes en la especialidad de Restauración. Además, también trabaja en la enseñanza y ha realizado exposiciones de pintura y trabajos de diseño gráfico e ilustración.

El 11 de septiembre entregó su última obra, ‘Bautismo’, a la iglesia parroquial de Santa María, en Peñíscola. ¿De qué manera surgió el hecho de crearla?

Todo empezó hace cuatro años cuando hice una exposición en un museo de Benicarló. Al final del verano apareció el mosen de Peñíscola, Ricardo Fígols, quien vio las obras, se acercó a donde estaba y me dijo: «Me gusta mucho tu trabajo. Hace un tiempo que tengo en mente encargar un cuadro para el baptisterio de la iglesia de Peñíscola y, visto como pintas, me gustaría que lo hicieras tú».

¿Cómo reaccionó?

Yo me quedé blanca no, gris. Aunque creo que en ese momento no valoré la importancia del encargo, sí que me dio mucho miedo. No porque técnicamente no me sintiera capaz, sino porque la responsabilidad de pintar un cuadro religioso en la época que vivimos es altísima. El mosen me dio total libertad, algo que como artista valoras muchísimo.

¿Cómo fue la preparación del cuadro?

Lo primero que hicimos fue ir a la iglesia y medir con un metro láser la pared, es muy alta y el cuadro tenía que compensar, por lo que acabó midiendo 4,20 metros de largo y 2,70 de ancho. El planteamiento me demoró muchísimo porque cuando pintas una obra de estas dimensiones no puedes improvisar, tienes que tenerlo todo pensado y estructurado antes de dar la primera pincelada. Solo me habían dado el tema, toda la ejecución era cosa mía.

¿Por qué decidió representarlo de esta manera?

Supuso un reto hacer un bautismo en un sitio tan especial porque cuenta con una pila bautismal que es una réplica de la del Papa Luna. El planteamiento principal era: ¿cómo hago un bautismo para actualizarlo? En la religión católica siempre asociamos el bautismo de Jesús en el río Jordán con san Juan Bautista. Yo no quería hacer eso, yo quería romper con la iconografía cristiana y recrear algo actual donde los peñiscolanos se sintieran reflejados.

¿Es por ello que escogió representarlo en el mar y no en el río?

Exactamente. Además todo aquel que vive en la zona puede reconocer el entorno o los colores. Para realizar el dibujo pedí ayuda a un familiar que accedió a bañarse en la playa para que yo pudiera fotografiarlo y usarlo como inspiración. Las manos también fueron un reto, tenía que representar las manos de Dios… Me volví loca buscando un modelo.

Finalmente lo ha conseguido, ¿está satisfecha con el resultado?

Sí, ha sido un proceso muy largo, he tardado casi tres años en tenerlo terminado, pero ha merecido totalmente la pena. La acogida, tanto en Peñíscola como en redes sociales ha sido buenísima y estoy muy contenta.

¿Cuál es su próximo reto?

Tengo muchas ganas de traer a Zaragoza una exposición. Me llaman la atención los edificios de esta ciudad y me gustaría trabajar con ellos, eso sí, sin dejar la figuración. Me gusta que esté presente en los cuadros que yo trabajo sobre fondos de abstracción con texturas. Es un estilo muy distinto al trabajo del baptisterio, quien quiera hacerse a la idea puede verlo en mi perfil de Instagram: @i.lopezciriano.