Actriz. Aragonesa en ejercicio. Zaragozana enamorada de Estadilla. Creadora de una colección de cuentos sobre grandes mujeres. «Teatrera» en un respiro. Su personaje de Manolita es uno de los más longevos y queridos en ‘Amar es para siempre’.

--‘Amar es para siempre’ acaba de volver con nueva temporada. Y nuestra Manolita lo ha hecho también...

--Hemos vuelto a la carga y de manera muy emocionante. Por primera vez, la familia de El Asturiano somos los auténticos protagonistas de la historia, Ya era el lugar del que salían todas las tramas, una familia muy querida y símbolo de la España de la posguerra. Pero ahora va a ser protagonista en una temporada que empieza con un hecho especial y muy doloroso: la muerte de un familiar. La gente dice que ha sido espectacular y aún no han visto nada...

--Habla con pasión de su trabajo y eso que llevan ya... ¿Cuántas?¿Nueve temporadas?

--¡Es que me fascina! Hay algo en las series diarias: cómo están hechas, con la verdad con la que están hechas… Tienes dos tomas para darlo todo y ahí se ve el oficio del actor, del guionista o del realizador. En nuestro caso, además, tenemos la suerte de tener a Eduardo Casanova, un director que ama esta serie... Y que también es zaragozano, por cierto.

--Lleva muchos años con su personaje. ¿Quién es para usted Manolita Sanabria?

--Forma parte de mí y me ha enseñado mucho. Hay algo muy bonito en el hecho de que los recuerdos de Manolita son recuerdos reales, que han pasado por la serie... No sé a cuanta más gente le pasa; supongo que a los compañeros de Cuéntame. Y yo estoy segura que si no hubiera hecho este personaje --una mujer de postguerra, una pionera que ha dado discursos feministas, que tiene dos hijas lesbianas-- no hubiera emprendido otros proyectos. No sé si la colección Miranda, esos libros sobre grandes mujeres, hubieran aparecido sin Manolita. O si no hubiera hablado con mi abuela, o con mi madre. Son legados que recibimos. Y, para mí, Manolita es un símbolo.

--Habla de la colección que hace con su hermano y que tiene nuevo libro.

--(risas)... Sí, ¡mi hermano! iEs muy bonito que sea un chico, para que nos quitemos esta cosa de que el feminismo es cosas e mujeres. Mi marido y mi hermano son feministas porque quieren la igualdad de hombres y mujeres y no nos liemos más. La colección está yendo muy bien. Se está traduciendo en muchos idiomas. ¡Y, en octubre, sale el número 15 ya! Está centrado en Ildegarda de Bingen, abadesa del siglo XII, que fue la primera persona que habló de que la tierra no era plana, del orgasmo femenino, de las depresiones... ¡Una mujer increíble!

--Y luego están las recetas de Miranda...

--¡Eso es gracias a Nacho! (el actor y presentador Nacho Rubio, que además es marido de Itziar). Él es el que cocina. Ahora, mi hermano y yo estamos escribiendo otra colección de libros con él y con Edelvives. Saldrá en marzo... ¡Y no puedo decir más (risas)!

--Vive en Madrid pero es muy aragonesa...

--Me siento muy aragonesa. Ahora, hasta mis hijas, cuando les preguntan, dicen que su pueblo es Panticosa.

--¡Tienen gusto eligiendo pueblo! Pero es que, además, están unidos a esta localidad por el Festival Tocando el Cielo...

Carmen Esteban y Francisco García, mis tíos, son quienes organizan el festival. Son grandes músicos. Nacho y yo somos embajadores, con Antón García Abril y Teresa Berganza y vamos siempre. Este año fue emocionante, tras el confinamiento, con invitados como los hermanos Moreno Gistaín, Manuel Vilas o Álex Rodrigo. Siempre es un lujo volver.

--Con Álex Rodrigo rodó el ‘Último show’, que sigue dando alegrías y que fue un proyecto especial para muchos actores...

--¡Imagina qué regalazo! Somos muchos actores aragoneses en Madrid. Nos encontrábamos y decíamos: «qué pena, en Aragón que no se haga una serie». Y surgió esto. Al final, ha sido algo precioso, premiada en el FesTVal de Vitoria, que funciona tan bien. ¡Y no solo en Aragón TV, también en HBO!

--¿Echa de menos el teatro?

--Yo he sido teatrera a más no poder. Los diez primeros años de Amar no paré. Pero con Daniela, mi hija mayor, algo cambió. No estoy haciendo teatro y siento que no puedo hacer teatro. Sé que volveré; pero ahora no puedo. Ya me levanto a las cuatro de la mañana para rodar... Ahora mi teatro está en otra parte. Mis hijas son pequeñas y quiero vivir estar parte de la maternidad.

--¿Pero a Alberto Castrillo Ferrer le dijo sí hace dos años en Mérida?

¡Le dije dos veces que no! Pero, al final era Alberto, era Mérida, era Nerón, era Raúl Arévalo y Agripina, que es un personajazo.

--Ahora, ¿qué le pide a la vida?

--Salud. Y que abramos los ojos un poco. Hay que cambiar muchas cosas: relativas al consumo, a la educación, a cómo volver a los orígenes. Con nuestros actos, cada día, podemos cambiar las cosas sin esperar a que nos marquen la ruta los políticos.