Javier Montijano es navarro, y aragonés de adopción. Delegado de la Asociación Española de Protocolo y responsable en Ibercaja de este departamento. Es economista de formación, ama las redes y, desde que empezó la pandemia, saluda con el corazón en la mano.

- Llego cuatro minutos tarde a esta entrevista. Siento saltarme el protocolo...

- En realidad, en eventos privados, la excesiva puntualidad puede ser mal vista. Puede considerarse más adecuado no llegar antes de la hora, para dar margen al anfitrión. Los cinco minutos de rigor (risas)...

- En estos nuevos tiempos tan raros, ¿cómo ha cambiado su mundo?

- Ha sido un cambio total, como en muchos sectores. De la noche a la mañana, pasamos de organizar muchos actos presenciales, a la distancia social y la reducción de aforos. Vivimos un crash de los eventos al uso. Lo que hicimos fue adaptarnos de manera ágil, porque teníamos que dar la talla y realizar actividades presenciales. Y para eso, tuvimos que hacer un ejercicio muy fuerte de digitalización, de aforos y de medidas sanitarias. La actividad, la económica en nuestro caso, tenía que seguir. En este tiempo, el protocolo ha ganado mucho peso. Hemos pasado a ser el foco de atención, incluso en el mundo privado. Los protocolos sociales ahora son fuente de análisis.

- El protocolo es una forma de comunicar. Y ahora la comunicación es multicanal.

- Hemos pasado de un 95 de actos presenciales y un 5% digitales a prácticamente invertir las cifras. Y hemos tenido que adaptar el protocolo a las necesidades que tenían los usuarios. Al ser una herramienta de comunicación, el protocolo no deja de ser una forma de narrar una historia. En este caso, la historia que narra un evento. Dónde colocas a los protagonistas, cómo, en qué orden intervienen... Y eso tiene importancia también cuando esa reunión se ve a través de una pantalla. Lo que pasa es que ahora ocurren cosas con las que hace nada nos hubiéramos echado las manos ala cabeza: la reina Isabel II dando audiencias virtuales o una foto virtual con el presidente de Portugal y su primer ministro..

- Creo que hasta se ha creado un observatorio de protocolo ligado a la pandemia.

- Lo que vivimos los profesionales del protocolo fue una necesidad de poner en común más si cabe lo que sabíamos. En Aragón, tenemos la capacidad de dialogar. Y, tanto los profesionales de instituciones públicas como de empresas veíamos que había muchas incongruencias, en cosas tan sencillas como el luto en las banderas. Por eso creamos un observatorio, no solo ligado al Covid, para trabajar por el bien del protocolo y que sea más actual.

- Decía Javier Carnicer, jefe de Protocolo del Gobierno de Aragón, que su trabajo está sujeto a la «dictadura del error».

- El protocolo no se nota cuando todo sale bien y, sin embargo, todo el mundo se gira cuando falla algo. Generalmente, nosotros trabajamos con primeras espadas y en actos que están mirados con lupa. Por cierto, la organización del Día de Aragón 2020, que coordinaron los servicios de Protocolo de las Cortes y el Gobierno, fue un reto y un éxito. Ahí se sentaron las bases y muchos copiaron el formato de cómo debían ser los actos presenciales durante la pandemia.

- Durante la pandemia también se han puesto en marcha muchos nuevos usos sociales, como saludarse con el codo.

- Yo soy más de saludar poniendo la mano en el corazón. Y sonreír con la mirada. Creo que lo del codo no permite muchas veces ni mantener distancias de seguridad.

- La Asociación Española de Protocolo realiza mucha labor didáctica. Hasta ciclos de cine y protocolo.

- Siempre hemos abogado por llevar a la sociedad nuestra actividad. Se trata de crear conciencia de la importancia del protocolo en el día a día, en la relación entre empresas, en el ámbito deportivo... El protocolo está en todo.

- ¿Y en Instagram? Usted, @sr.Monti, es todo un personaje en esta red.

- Recuerdo que ofrecí una charla en el Colegio Mayor El Carmen sobre protocolo e Instagram, sobre cómo las redes sociales comunican y como comunican si hay protocolo. Cualquier imagen, según cómo la montes o cómo se transmita, tiene detrás un protocolo. Y debemos seguir aprendiendo. Porque hoy se llama Instagram y mañana no sabemos, pero debemos de trabajar nuestra capacidad de adaptación. -

- ¿Puedo preguntarle qué hace un economista en este mundo?

- Estudié económicas y entré con una beca en Ibercaja. Mi puerta fue el mundo financiero. Paralelamente, me formé como experto en protocolo. Eso me dio la oportunidad de vivir el mundo de la comunicación, de tener una visión económica y también del mundo. Este trabajo es vocacional. Tienes que compaginar don de gentes con cierta discreción y lenguajes muy diversos.

- Esta entrevista se publica el día de su cumpleaños. ¿Puedo tirarle de las orejas?

- Por protocolo, no sería lo mejor. Pero que conste que a mí me encanta... (risas)