Javier Valero es la voz de las vaquillas en las Fiestas del Pilar pese a que su profesión es agente de seguros. De padre matador y crítico taurino, su otra pasión a los 62 años es el Real Zaragoza, club del que presume ser el abonado número 313.

—¿Por qué tienen tanto éxito las vaquillas en Zaragoza?

—Creo que la televisión ha contribuido mucho en general a los festejos populares, no solo a las vaquillas. Han ido creciendo mucho con los años y desde el 2006 se dan todos los días en Aragón TV. Hubo un momento muy importante cuando se decidió dar la redifusión a mediodía, fue un gran acierto. El de las vaquillas en directo es el share más alto de todo el año, pero a las 3 de la tarde las ve todavía más gente aunque en este caso el porcentaje no sea tan alto.

—¿Hay buenos recortadores?

—Hay dos tipos de concursos. A mí me gusta llamar recortadores a los que ponen anillas, que es más difícil. Los otros son de recorte libre. Además, lo de las anillas es más nuestro. Nuestro y de la ribera del Ebro, con Navarra y La Rioja.

—¿Han tenido algún susto estos años en las vaquillas con tanta gente?

—Cada vez hay menos porque se controla mucho más desde la DGA. Han marcado unas pautas y se han puesto muchos límites desde hace dos años, en algunos momentos incluso excesivos desde mi punto de vista.

—¿Hay mucha pasión en las vaquillas?

—Sí. Hay foros, páginas web… auténticos apasionados. Mucha gente que entiende mucho. Pero mucho mucho.

—No todo pasa en el ruedo, en la grada hay otra fiesta de todas las edades.

—Eso es lo más bonito En el mundo del toro siempre ha sido todo muy popular. Hoy en día no son los mejores momentos para determinadas cosas, pero un espectáculo incruento como son las vaquillas tiene muchísimos seguidores. Y van muchos niños a la plaza, que es muy importante para los que somos taurinos.

—¿Cómo se comprende en un momento tan antitaurino que los festejos en La Misericordia tengan tanto éxito?

—En Zaragoza se hacen las cosas cada día mejor. La evolución ha sido impresionante. En los últimos años ha llegado a haber cuatro llenos en la plaza en un mismo día: vaquillas, recortadores, corrida y toro de fuego. Por el coso pasan más de 200.000 personas en ocho días.

—Y las finales...

—Claro. Se ha conseguido, además, que en Zaragoza se hagan las finales de los campeonatos nacionales de recortadores y recorte libre. Se han hecho las cosas muy bien, el público ha respondido y ahora en La Misericordia es como si se jugase todos los años la final de la Champions. Por todos los festejos populares y porque es la última feria importante del año en España.

—¿Cómo viene la feria?

—A nivel de festejos mayores tiene un final importante. Es verdad que falta Roca Rey, que hoy es el número 1 pero que, al parecer, quería terminar en Sevilla el pasado sábado. Es un año atípico por el retraso en la adjudicación, pero hay cosas muy bonitas como la despedida de Padilla, un torero que pudo morir en Zaragoza y que cierra la feria. Un día antes celebra El Juli su vigésimo aniversario con un gesto que después ya veremos si se queda en gesto o es gesta.