Mañana organiza la Ruta Mujeres de Zaragoza Rebelde, con lugares y hechos de una ciudad que luchó por la igualdad desde finales del XIX a la guerra civil. El punto de encuentro es a las 17.00 horas frente al edificio de Correos.

—¿Por qué estas rutas por la ciudad?

—Nacen de un cúmulo de investigaciones sobre la historia de una Zaragoza que no nos cuentan tanto. En septiembre del 2016 empecé con la Ruta Zaragoza Rebelde, en la que, por ejemplo, se habla del año 1920, que es bastante convulso, con su huelga general; las protestas contra la guerra de Marruecos, o el pistolerismo, los combates armados entre organizaciones obreras y la patronal. Y en marzo del año pasado surgió la de Mujeres Rebeldes, enfocada específicamente a las mujeres trabajadoras. Son dos rutas bastante diferentes.

—¿De qué fechas estamos hablando?

—De mediados del XIX hasta la guerra civil. Tenía que poner una acotación porque son visitas de dos horas que recorren los escenarios de unos acontecimientos concretos. Y porque durante esas fechas se van desarrollando organizaciones de trabajadores y trabajadoras al uso de la ciudad moderna hasta que llega la guerra civil, que es cuando se produce un cambio radical de la situación. Zaragoza fue bastante conflictiva estos años, al igual que en otro lugares. De hecho, Rutas Zaragoza Rebelde nace asociada con Rutas Barcelona Rebelde, que la lleva un compañero zaragozano.

—¿Nos da algún detalle de la ruta de las mujeres de este domingo?

—Frente a los tópicos de que en esa época la mujer era sumisa y estaba encerrada en casa, nos encontramos con una mujer que desafía profundamente esas circunstancias y sale a la calle para protestar contra la guerra, el hambre, pero también para reclamar unos derechos de igualdad frente al hombre, adquiriendo una conciencia política. En esos años, Zaragoza creció mucho por la emigración rural. Y las condiciones en las que estas mujeres encuentran trabajo en la industria o comercio y lo compaginan con el doméstico son duras e insalubres. Eso les llevará a salir a la calle a pesar de muchos impedimentos, como la iglesia del barrio, el patrón o el propio marido. Estas mujeres rompieron una barrera.

—¿Cuánta población tenía Zaragoza?

—En 1900 rondaba los 100.000 habitantes, y en 1930 superaba los 180.000. Animo a los curiosos a investigar la esperanza de vida de la mujer trabajadora de la época, los hijos que tenían, las horas que trabajaban y su tasa de analfabetismo.

—¿Cómo eran estas mujeres?

—Muchas tuvieron una doble lucha, como mujer y como trabajadora, ya que se encontrarán con los prejuicios de sus propios compañeros varones. Estaban María Castaneda, Josefina Samper o Amparo Poch. Pero también muchas otras anarquistas, socialistas, comunistas, vecinas, líderes de barrio o sindicales... La ruta recorre lo que llamo la protagonista colectiva, que representa a miles de mujeres sin nombre ni lugar en los libros de historia, para reivindicar lo que les debemos. Un ejemplo: la lucha de las mujeres de la Telefónica, con huelga incluida, para que se contratara a mujeres casadas.

—¿Podemos hablar de feminismo?

—Sí que hay algo, son los primeros pasos. Hay todo un hilo de continuidad que demuestra que nada de lo de ahora nos llega de nuevas.