Como director técnico de la Fundación para la Atención Integral del Menor (Faim), José Miguel

Ausejo asume parte de la responsabilidad de Ariadna, programa sobre relaciones familiares conflictivas, y del Observatorio de Violencia Intrafamiliar, que cumple cinco años.

—¿Qué es el programa Ariadna y el Observatorio de Violencia Intrafamiliar?

—Ambos surgen desde la Faim y desde la perspectiva de la conflictividad intrafamiliar. Ariadna es el programa que se ocupa de atender a familias que viven esos conflictos de violencia filio-paternal. Y el observatorio es un espacio de trabajo de los profesionales.

—Cuando habla de conflictividad en la familia, ¿qué quiere decir?

—Malestar, dolor, sufrimiento, agresiones verbales y también agresiones físicas. Son situaciones muy complicadas porque tu hijo te da un empujón, te dice una barbaridad, te insulta, tira cosas y las rompe y muestra su malestar de una manera inadecuada. Los adultos no sabemos a veces cómo leerlo de una manera amable y abordarlo. Pero estas situaciones se pueden reconducir.

—¿Qué número de casos tratan?

—Unos cien casos o realidades al año.

—¿Por qué un hijo pega a un padre?

—Es un asunto complejo. Pero hay dos aspectos clave: sentirse querido y encontrar un lugar en la familia. Además, tiene que ver con los tránsitos y las crisis. Las propias parejas van sufriendo una transformación. Por ejemplo, no es lo mismo el primer hijo que el segundo o tercero. Y está el paso de niño a adolescente; o no ir bien en los estudios; el consumo de drogas; buscar en los amigos el lugar que no encuentra en casa, o que nadie comprenda lo que estás viviendo.

—¿Este tipo de agresividad es nueva o siempre ha existido?

—Probablemente siempre haya habido. Por la frecuencia y las condiciones es ahora mayor. Pero es hablar por hablar.

—Los datos de la Fiscalía General revelan que solo el 15% de las familias que sufren este problema lo denuncian.

—Es tu hijo y cuesta mucho. Por un lado, la denuncia sola no resuelve nada Por otro, está la vergüenza de que los demás puedan pensar que no has sido capaz de atender a tu familia. Pero un conflicto siempre es cuestión de varios y todos tenemos algo de responsabilidad. También está la sociedad, las prisas, la poca humanidad en lo cotidiano, el respeto.

—¿Es propio de la adolescencia?

—La adolescencia es un momento crítico porque no acabas de encontrarte bien en ninguna parte. Cuando un hijo cierra la puerta hay que tener la sensibilidad y paciencia suficientes como para entender que tiene que tenerla cerrada. Y no es fácil.

—¿Hay más chicos o chicas?

—Más chicos, pero las de chicas son muy complicadas. Eso es lo que percibimos.

—¿Son las madres el objetivo?

—Mayoritariamente, pero no es exclusivo. Y es porque la madre tiene una presencia más continuada con el hijo.

—¿Cuándo sabe un hijo que le quieres?

—Cuando le tienes en cuenta. Lo valoras. Le dices lo que te parece bien. Discutes sin acabar en una guerra sin sentido. Como dice el libro de Jaume Funes: ‘Quiéreme cuando menos me lo merezca porque es cuando más lo necesito’.