Ha sido una referencia en el armario de Sofía de Borbón o Bibi Salisachs, aunque ella prefiere decir que todas sus clientas han sido reinas. Esta diseñadora turolense, de Foz-Calanda, recibió el homenaje de la segunda edición de Aragón Fashion Week.

-Usted no puede decir ya que no ha podido ser profeta en su tierra...

--¡Es verdad! Me ha hecho mucha ilusión, por eso. El hecho de que te ofrezcan un homenaje en tu tierra es como que te hagan saber que tú existes y lo que has hecho, porque todos hacemos patria del lugar donde nacemos.

-La orientación de esta Aragón Fashion Week, que condisera la moda como parte de la cultura, tiene mucho que ver con su forma de trabajar. Hasta los actos centrales, como su homenaje, son en museos.

-Yo creo que la historia del mundo de la moda se ha escrito desde la cultura. Las personas que buscan la creatividad tiene un punto en común, que es la sensibilidad. Hacer un traje en cierta manera es hacer una escultura. Es dar forma a un cuerpo, realzar lo que te gusta y ocultar lo que, de algún modo, no te gusta. Consiste en qué hacer y cómo se construye.

-Hay otra cosa que le vincula a esta semana de la moda, que es ese intento por hacer historia de la moda. Usted siempre ha lamentado que, en ese sentido, España ha hecho poco.

-Se ha hecho muy poca cosa en este país. Cuando vas al extranjero, siempre encuentras biografías y reseñas de creadores y da mucha rabia ver lo que aquí estamos perdiendo. De Pertegaz, por ejemplo, no había prácticamente nada escrito hasta hace poco. Y de Balenciaga había cosas, pero que ni siquiera se habían hecho aquí, en su país, si no fuera.

-Pertegaz, que también era paisano suyo... ¡Hay que ver los de Teruel!

-Y lo he conocido mucho.

-¿Cómo comenzó su idilio con la moda?

-En mi casa, mis hermanas ya hacían moda infantil. Así que me crié en ese ambiente. Es verdad que hubo un giro cuando entré en relación con el mundo artístico y conocí a mi marido, Carlos Mensa, que era pintor. Empecé a soñar formas. Él me decía: si lo piensas y lo ves, es que lo puedes hacer. Así empezó mi aventura más creativa, con el lápiz en la mano.

-Usted no fue solo diseñadora, sino también empresaria. Y viajó por el mundo con sus colecciones.

-En aquella época no había tantas mujeres que trabajaran en esto. Pero destacabas si trabajabas. Es cierto que me he movido mucho.

-Entre otras cosas, fue fundadora del Salón Gaudí.

-En aquel momento, había mucha inquietud creativa en Barcelona. Y ganas de mostrar lo que allí se hacía. Junto con Comín, que también era aragonés, y un grupo de gentes se ideó el Gaudí, que tuvo mucho éxito. Sirvió para que se conociera que había una pasarela que merecía la pena. Fue una etapa de lucha, pero muy bonita.

-Usted ha tenido 20 años de relación con la Casa Real.

-Sí, siempre me ha hecho muchísima ilusión cuando han confiado en mí.

-Siempre es escueta cuando le preguntamos por esto y creo que hay una frase suya que leí una vez y que explica por qué: «todas mis clientas han sido reinas».

-Cuando uno le gusta su profesión, pone ese empeño en lo que está haciendo no en quien lo va a llevar. Creo que eso es importante. Hacerlo todo con amor, vaya a quien vaya dirigido. Lo fundamental es el amor al trabajo, y una cierta honradez en la consideración de tu trabajo.

-Nunca ha sido amiga de darse publicidad ni de las entrevistas. Ahora, sin embargo, el mundo de la moda vive mucho más hacia fuera, en el escaparate.

-Bueno, esto siempre ha pasado. Hay mucha gente que está predispuesto a salir. Y creo que hay que estar predispuesto al hacer. Ahora estamos en un momento de cultura en el que a la gente le gusta mucho aparecer por los medios, pero detrás de todo esto tiene que haber una realidad: que sea a ti a quien le hace feliz lo que estás haciendo.

-Por cierto, ¿sigue trabajando en su taller?

-¡Ah, no! Yo, directamente, no. Ya estoy retirada. Ahora es mi hija Patricia, que siempre ha estado a mi lado, quien hace cosas. He dejado herencia. Un poco.

-Hablando de su hija, en el homenaje de este miércoles me dijo que usted cada vez se siente más unida a su pueblo, a Foz-Calanda.

-He pasado épocas de mi vida muy sumergida en el trabajo, con poco tiempo para estar y para pensar, pero cuando he tenido tiempo me ha encantado ir a mi tierra, con esas noches tan estrelladas y ese cielo tan nítido. Echo de menos a la gente, tan abierta. El otro día apareció una señora de mi pueblo en la inauguración y, aunque parezca mentira, es una de las cosas que más ilusión me hizo.