Enrique Bernad, junto al joven historiador Enrique Sarasa, ha escrito 'Los nombres de la rosa' (Doce Robles), diccionario biográfico del socialismo en Aragón que recoge 1.500 semblanzas investigadas desde el origen a la Transición, entre ellas la suya.

—¿Qué supone este diccionario?

—Nos encontramos ante una investigación histórica basada en abundantes fuentes primarias y secundarias. Tiene además el valor de ponerle nombres y apellido a quienes han formado siempre parte de la masa ignota de la historia, que nunca han salido. Y tiene un valor personal, porque la gente puede acudir a él para saber de su familia o de su pueblo, ya que hay un índice toponímico.

—¿Cuáles han sido los criterios de inclusión?

—El diccionario recoge unas 1.500 fichas. Corresponden a otras tantas personas que actuaron entre 1882 y 1975. Aparecen todos los que han tenido responsabilidades políticas en el partido o en la UGT; los afiliados a Reconstrucción Socialista; quienes fundaron el PSA (Partido Socialista de Aragón), y otros líderes socialistas que tuvieron una importante presencia política. También están todas las mujeres de las que tenemos noticia, aunque supongan solo un 3%. El diccionario cuenta con un pequeño apéndice final de 1976 a 1987, fechas en las que culmina la Transición y se inicia una nueva fase del socialismo.

—¿En qué fuentes han buceado?

—Numerosísimas. Este es el segundo fruto de un proyecto de investigación coordinado desde la Fundación Pablo Iglesias, el Diccionario Biográfico del Socialismo Español (1879-1939), en el que participamos profesores de varias universidades españolas. De ahí surgió un compromiso para continuarlo en las autonomías. No es un panegírico de los socialistas, sino un trabajo científico que ha buscado en fuentes muy variadas, desde archivos del exilio o que tienen que ver con la clandestinidad a otros personales e institucionales.

—¿Alguna ausencia destacada?

—No están todos los que son, pero todos lo que están, son. El valor de este libro es que hay muchas personas desconocidas que han sido trascendentales. Un ejemplo es Francisco Albiñana, autor de la fachada modernista del Casino Mercantil y de viviendas para los pobres, cuyo final es la tragedia por la que pasaron muchos socialistas y ugetistas en la guerra civil.

—En el libro menciona que la historia del socialismo es la de una tragedia.

—Claro. Además de las biografías políticas, hemos querido aportar aspectos singulares de la personalidad de cada una. Hay mujeres que pasan de ser monjas a estar en la pelea política y acaban en el exilio o mineros, como David Villa, llegados de Asturias y fusilados por cuestiones personales dejando ocho hijos….

—Ahora que estamos en campaña, ¿hacia dónde camina el socialismo?

—Los partidos socialistas, y la izquierda en general, deberían reencontrarse. Han cometido la equivocación de sumarse a las políticas que han girado alrededor de la deuda y déficits presupuestarios, y eso les ha llevado a perder votos, porque han empobrecido a la gente. Tienen que volver a las políticas de redistribución y eso significa enfrentarse a los núcleos financieros y grandes empresas. Tienen que dirigir los recursos económicos hacia los intereses de la mayoría, clase media y trabajadores. ¿Lo harán?