Filóloga e ilustradora, rinde homenaje a la lengua aragonesa con su proyecto ‘Aragonés ilustrado’ en el que pone imágenes a palabras como laminero, a corderetas o charrar. Una muestra de ello se puede ver en El armadillo ilustrado.

—Una residente en Tenerife ilustrando aragonesismos...

—Yo de formación soy filóloga y me dediqué muchos años al español para extranjeros por lo que la lengua siempre me ha interesado mucho y, sobre todo, la lengua vinculada a lo que nos hace sentir y pertenecer. Mi madre era de Gallur y tengo un recuerdo muy vivo cuando íbamos en el coche hacia Gallur porque conforme nos acercábamos, mi madre hacía un giro y empezaba a hablar un poquico más de aquí, cambiaba su forma de hablar y a mi hermano y a mí nos hacía mucha gracia.

—Y como homenaje...

—Llevo unos años ilustrando temas de lingüística y didáctica, de términos ilustrados y me apetecía hacer algo con el español. Me chocaron mucho los canarismos cuando me fui a vivir allí e hice una serie y como me gustó mucho quería hacer una también de aragonés ilustrado.

—¿Cuál es su palabra favorita?

—Charrar me encanta, laminero... y luego me encanta también encorrer porque a mucha gente todavía le suena a que está mal dicho pero es correcto porque está reconocida por las academias. Si te digo la verdad, me gustan todas.

—¿Cómo ha elegido cuáles ilustrar y mostrar?

—He escogido estas porque quizá las recuerdo de más pequeña porque es un homenaje a cómo hablaba mi madre y a las peculiaridades de la lengua de cada sitio. Hablando de esto me ha hecho acordarme un montón de un amigo que es de un pueblo muy pequeño de montaña al lado de Sabiñánigo. Un día conocimos a su abuela, Consuelo. Hablaba aragonés y tenía un sentimiento de vergüenza por hacerlo. Se excusaba todo el rato porque decía que no sabía hablar bien español, como si tuviera que justificarse porque desde pequeña le habían enseñado que lo correcto era hablar español. Esto es una manera pequeñita de reivindicar la lengua aragonesa porque todas estas palabras vienen de allí e impregnan ya el castellano que se habla en Aragón.

—¿Utiliza estas palabras?

—¡Sí! Cuando estoy en Zaragoza, sí. Cuando vengo aquí me pongo el cachirulo y hablo un poco aragonés, utilizo charrar, a corderetas, laminero… y luego también palabras que por políticamente incorrectas no he ilustrado como morroputa.

—¿Qué importancia puede tener la ilustración en la enseñanza?

—Yo soy una persona muy visual y por eso me parece muy importante vincular palabras y expresiones con imágenes. Nos enseña a memorizar léxico nuevo.

—Además de ilustrar, tiene dos libros...

—Fue una consecuencia de descubrir cosas que quieres que tus hijos tengan. En Alemania descubrí un concepto de libro que es el de libros de la amistad que es algo tan sencillo como un librito en el que los niños recopilan sus amigos. Cada niño tiene una ficha individual y luego hay una parte compartida. Como no existía en español, lo hice yo. Y ya cogí carrerilla y pensé que tampoco había un álbum de dientes, su caída es un proceso fascinante para los niños, así que también lo hice.