Muy reconocido por el gran trabajo que realizó durante la Expo 2008, el profesor ha recuperado su pasión por la pintura 25 años después para tratar de darle "dignidad" a los nuevos "barracones" de Geografía.

—Le ha dado por pintar otra vez, nada menos que el pabellón de Geografía.

—Sí, es que esto parecen unos barracones. Lo que buscaba era ponerle un poco de cariño al sitio, tratar el espacio con dignidad, que tenga un pequeño encanto, que se pueda identificar con la función que tiene el pabellón. Aquí nos dedicamos a estudiar y no está mal que los alumnos se sientan identificados. Es una manera de tematizar el espacio para que sea agradable. También estaba la amenaza de mantener estas paredes tan blancas e inmaculadas, que eran casi una llamada para los grafitis en el campus.

—¿Cuánto tiempo van a pasar aquí?

—Nos hablan de cuatro años. Ahora han empezado a derruir en la facultad, pero es una obra que va a tardar tiempo.

—¿Tiene algún significado?

—Es una bola del mundo, con los meridianos y los paralelos. Hice primero un boceto, gustó en el rectorado, al decano, al director… y nos liamos a pintar.

—¿Pone sus condiciones esa pared?

—Es una pintura al aire libre, que está a la intemperie y hay que cuidar que el material no se altere. Es una pintura plástica de exteriores, pintura industrial. Pusimos unas cintas para proteger el espacio y pintar los meridianos y los paralelos en azul oscuro como era el logotipo, pero cuando las quitamos nos dimos cuenta de que armonizaba mejor así que con un azul tan fuerte. Es una deconstrucción del logotipo del departamento, una imagen corporativa pero abstracta, nada narrativa o aburrida. No es una bola del mundo con hombrecitos abrazándose y arbolitos. El problema de muchos murales es que se ponen colores muy fuertes y quedan una horterada.

—¿Se resiste a pintar otras?

—Hay una pared aquí al lado, junto a la sala de lectura, que ya me han dicho si se puede hacer algo. Pintaremos una estantería con materiales sencillos.

—¿Geógrafo o pintor?

—Yo primero fui pintor. Me pagaba la carrera pintando cuadros y vendiéndolos en la plaza San Cruz. Más que clientes tenía mis amigos con un poco más de pasta y para que no me sintiera mal me compraban cuadros.

—¿Por qué lo dejó?

—Llegó un momento en que el geógrafo se comió al pintor, como dice mi mujer. Me empecé a meter en la geografía y abandoné la pintura de una manera natural. Dejé de pintar paisajes para intervenir en ellos, diseñando parques, riberas… Aunque la parte artística que había hecho en mi primera etapa me ayudó a hacer mejor la geografía.

—¿Cuándo dejó de pintar?

—En el 93 el geógrafo engulló al pintor. Después, durante la Expo de Zaragoza me tocó llevar todos los temas relacionados con las exposiciones, era el máximo responsable de los contenidos, me tocaba hacer los guiones científicos del espectáculo noche... Me venía muy bien tener nociones artísticas para hablar con la gente que participaba en el programa de intervenciones artísticas, que me tocó dirigirlo. Soy bastante anfibio entre la ciencia y el arte.