Pionero de la robótica en España y editor de la prestigiosa publicación ‘Técnica e Ingeniería en España’, es uno de los ingenieros más reputados del país . Mañana recibe la máxima distinción del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja.

-Fue uno de los grandes pioneros de la robótica en España. ¿Aragón jugó un papel importante en este proceso?

-Jugó un papel relevante. En Aragón, la robótica surgió gracias a dos vías: por un lado la importante apuesta de la planta de Opel en Figueruelas y por otro gracias a la Universidad de Zaragoza. Yo me había integrado en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales al comienzo del curso 78/79. La línea de investigación que traía es la de mi tesis doctoral en Grenoble: los automatismos lógicos complejos, algo esencial en la técnica moderna. Pero pensando como agricultor, lo que era uno de mis abuelos, me dije que el monocultivo no era bueno. Y en 1982 abrimos la línea de Robótica.

-¿Cómo fueron los primeros pasos?

-Un impulso importante fue cuando la Escuela de Ingenieros se involucró con la Feria Oficial de Muestras de Zaragoza en sacar un novedoso certamen: Robótica ‘84. Tuvo tanto éxito que se mantuvo hasta principios de los 90. Fui el responsable de las jornadas técnicas, lo que comprendía cursos y encuentros académico-empresariales. Paralelamente, y junto al profesor Armando Roy, coeditamos en 1985 el libro Inteligencia Artificial y Robótica Industrial, de título muy actual pese a sus 35 años. Participaron investigadores del MIT, Stanford, Edimburgo, Grenoble o Roma. Además, ingenieros de Fasa Renault y GM. Es el primer texto de investigación sobre tan amplia temática en España. Poco a poco se fue formando en la universidad el núcleo del grupo de robótica actual, el Report, que es uno de los tres grupos robóticos más importantes de España, junto con los de Sevilla y Barcelona.

-¿España está bien posicionada en robótica?

-Estamos razonablemente posicionados, para lo que somos a nivel mundial. En determinadas líneas, la Universidad de Zaragoza es referente internacional; por ejemplo, en lo que se denomina SLAM (Simultaneous Localization and Mapping). Eso sí, la financiación de la I+D en España sigue siendo una cenicienta, ni las administraciones, ni mucho menos las empresas, apuestan adecuadamente por ello.

-Se asegura que los robots van a eliminar millones de empleos...

-Todas las revoluciones técnicas provocan transformaciones importantes en el mercado del trabajo, pero ¿era mejor la calidad de vida media hace siglo y medio? Estas cuestiones se vienen debatiendo con intensidad desde el año 1800, con precedentes tan significados como el ludismo. La robotización permite el aumento de la productividad, la mejora de la calidad y uniformidad en los productos, el ahorro en materiales y energía, una mayor seguridad y comodidad. Y en el trabajo, incluso hacer posible lo increíble.

-Pero el desarrollo de la tecnología también plantea problemas sociales...

-Las transformaciones sociales se han de tener en cuenta desde la definición política y se han de establecer reglas nuevas. Partiendo de que la técnica es cultura, soy de los que piensan que los ingenieros (técnicos por antonomasia según Ortega y Gasset) deberían recibir una mejor formación humanista. Ya se decía en la Enciclopedia de Diderot y D’Alambert que, por su impacto, tendría sentido, al menos en parte, colocar a la técnica en el marco de las disciplinas económicas y sociales.