El cómico zaragozano ha tenido que bajar la persiana del Juan Sebastian Bar por culpa de la pandemia, pero ya anuncia que pronto empezará a buscar un nuevo local para llenarlo de risas y convertirlo otra vez en un referente del humor en la ciudad.

-Zaragoza está hoy un poco más triste sin el Juan Sebastian Bar...

-Muchos lo vemos así. Es una pena. Se ha perdido un local que llevaba 20 años programando comedia cuatro o cinco días a la semana, algo muy difícil de ver a nivel nacional. Era un oasis del humor en Zaragoza, pero no ha quedado más remedio. Con las limitaciones de aforo la situación comenzó a ser insostenible y se juntó además que en septiembre finalizaba el contrato de alquiler. Al final no logramos llegar a un acuerdo con los dueños y el 1 de septiembre cerramos oficialmente.

-El cierre ha dejado un gran vacío en la ciudad. ¿Ya piensa en llenarlo?

-La idea es buscar otro local para hacer el Juan Sebastian Bar 2, por así decirlo. Lo que ocurre es que ahora la situación es tan incierta que es difícil plantearse un proyecto. Habrá que esperar un poco a ver si todo esto pasa. Pero sí, aún no sé cuándo, pero la idea es volver a abrir otro Juan Sebastián Bar.

-¿Cómo lograron congregar a un público tan fiel?

-Conseguimos crear muy buen rollo en el local desde el principio y ofrecíamos un humor de mucha calidad. La gente venía a ver comedia. Muchos venían sin saber lo que había ese día y casi todos repetían. El boca a boca también funcionó mucho. Ya había bares en Zaragoza que programaban comedia algún día, pero nosotros desde el 2005 empezamos a tener espectáculos casi todos los días de la semana. Los cómicos que venían de fuera decían que esto no lo veían en ningún sitio.

-Y eso que por su escenario han pasado humoristas de primer nivel...

-Sí, tras tantos años ya se nos conocía fuera en el mundillo. Y como somos una ciudad de paso, muchos paraban si iban a Madrid o Barcelona. Han actuado Ignatius Farray, Ricardo Castella, Pablo Carbonell, Iñaki Urrutia...y por supuesto todos los cómicos de la comunidad.

-El cierre del Juan Sebastian Bar es un ejemplo de los efectos devastadores de la pandemia sobre las salas que programan espectáculos y música.

-Todas las salas vinculadas con la cultura están muertas desde marzo. Yo abrí en junio y en julio y los números no salían ni por asomo con las limitaciones de aforo y demás. A las administraciones se les llena la boca con la cultura y luego no hacen casi nada. Las salas de conciertos están en serio riesgo. Y es una pena porque en Zaragoza había un nivel muy alto. Ahora se celebraban más conciertos que nunca y eso es gracias a las salas; grandes y pequeñas como la nuestra. Lo que se consiguió aquí no se veía en todos los sitios y ahora eso se ha caído al suelo en unos pocos meses. Esperemos estar a tiempo...

-¿Tiene ganas de volver a subirse a un escenario?

-Por supuesto. Ojalá sea pronto, pero tampoco tengo mucha fe. Desde el sector nos sentimos un poco abandonados por las instituciones. La sensación que tengo es que la administración o no puede, o no llega o no sabe. Las artes escénicas estamos al borde del abismo económico. Y el problema es que para empezar a moverte se necesita dinero. Por eso el riesgo de que mueran muchos proyectos es alto. Yo creo que la DGA debería repensar lo de las limitaciones de aforo porque así las cuentas no salen por ningún lado.