Su Juan Sebastian Bar, que muchos tanto añoran, vuelve aunque sea en espíritu y hecho teatro...

Será en julio, en el Teatro de las Esquinas, donde llevaremos a escena el Juan Sebastian Circus. Hace años que hacíamos nuestro Festival del Humor, que eran once días seguidos de comedia. Y también el Circus, para los de la casa. Este año, al estar el Juan cerrado, las Esquinas nos propuso llevarlo a su escenario un fin de semana. Juako Malavirgen se está ocupando de coordinarlo para meternos a todos en un espectáculo de hora y media, porque si fuera por nosotros no bajábamos de ahí ni en tres días. Será un show con los nuestros de toda la vida: Monólogos por la Beneficencia, Felipe Torres, Óscar Sánchez, Sergio Cisneros...

Antes de eso aún tiene otra cita en las Esquinas, en el mes de mayo.

¡Cierto, con Diego Peña! Estaremos mano a mano con un espectáculo titulado Tarde de monólogos. Se le ocurrió a él y no engañamos: es por la tarde y con monólogos.

Cuando cerró el Juan Sebastian Bar, hace unos meses, usted dijo que, aunque en otra ubicación volvería. ¿Cuándo ocurrirá?

Cuando se pueda, pero volveremos. Estoy buscando y esto seguro de que encontraremos el lugar perfecto. Lo será porque hemos aprendido de los errores. Y así el Juan Sebastian Bar podrá no solo ser referente de la comedia local sino también en el ámbito nacional. Y ya te digo que cuando inauguremos será como cuando pasa la Vuelta Ciclista: ¡habrá que parar Zaragoza! Lo que sí he hecho, mientras avanzo con eso, es coger el Refugio del Crápula, en La Magdalena, para poder ir haciendo actuaciones en la calle. Es verdad que hubo un momento en pandemia que casi ni te salían los chistes pero, al final, la cabra tira al monte.

Lleva en el cuerpo vente años de experiencia y 3000 monólogos. ¿Cómo empezó en este mundillo?

Yo estaba en la escuela de Cine de Aragón. Corría el año 1998. Yo quería estudiar guión y dirección, porque mi vicio de verdad es el cine. Pero hacer ese curso era carísimo así que, de momento, para entrar a ver el ambiente empecé haciendo doblaje con esa voz que tengo. Allí conocí a la que era dueña del Cantor de Jazz de Zaragoza, que había empezado a hacer monólogos por el fenómeno que se generó tras el Club de la comedia. Y ella me pidió que hiciera una prueba. Mi primer monólogo lo acepté por hacer un favor. Pasé una prueba de cámara en la que me dieron un guion y lo que les hizo gracia de verdad en verme poner a caldo ese guión que me habían dado. Al final, hice un primer monólogo, funcionó, seguí... ¡Y hasta hoy!

Pero el humor le gustaba desde niño...

Yo recuerdo las cintas del cassette. Recuerdo a Tip y Col, a Gila, aMarianico el Corto... Y dos películas que me marcaron: El jovencito Frankestein y La Vida de Brian. Descubrir ese surrealismo loco fue un antes y un después.

Ustedes es uno de los fundadores de Monólogos por la Beneficencia, que es toda una cantera de cómicos en Aragón. ¿De dónde sale ese nombre?

Al principio de los tiempos, éramos José Nogueras, Jorge Asín, José el Niño y yo. Actuábamos en un bar muy divertido que se llamaba La Bolsa, de la calle Mayor, e íbamos a porcentaje de caja. Pero la actuación coincidía con una huelga general y allí no había nadie. Ni un alma. Dijimos: «ya verás, vamos a actuar por la beneficencia». Y, para nuestra sorpresa, no me digas por qué, a la vuelta de la huelga la gente empezó a pasar por ese bar e hicimos un montón de caja. Por lo tanto, nos quedamos con el nombre.

Por sus filas han pasado muchos cómicos. ¿Hay requisitos para ser de su club?

Malavirgen, Charlie Taylor, María Feliú, Óscar Sánchez, Dani Latorre... Muchísimos están, o han venido o se han ido... La norma básica es que quien quiera estar con nosotros debe escribir sus propios guiones y que estos sean originales al cien por cien. Y luego, claro, que no sean abstemios, que sean buena gente... Hacemos una prueba a puerta cerrada al candidato, en la que estamos varios cómicos, y vemos no sólo si es bueno, sino si, además, encaja en nuestro estilo. En Aragón, hay mucha cantera y unos comicazos que te mueres. Y unas compañías increíbles, como Indigesto o la gente de Teatro Bicho. Nosotros hacíamos sesiones de improvisación todas las semanas y eso era increíble. Y mira que la improvisación hay que trabajarla mucho.

¿Cree que hay un humor con denominación de origen de Aragón?

Creo que hay tipos de humor. Nosotros tenemos somardeo, que en los gallegos es la retranca. El humor inglés es muy parecido a lo que hacemos aquí. Y, si te fijas, ¡es que los Monty Python son somardas! Es que podrían ser vecinos míos y, además, me llevaría muy bien con ellos.