La soprano actúa esta tarde en el Museo del Foro Romano a partir de las 19.30 horas junto a Vox Tremula dentro del ciclo Música en el Foro, organizado por la Asociación Aragonesa de Intérpretes de Música.

—¿Cómo va a ser el concierto de hoy?

—Vamos a interpretar piezas de cancioneros de la Península Ibérica. Son piezas polifónicas con la peculiaridad de que una voz se incorpora a tres flautas renacentistas. El trabajo es muy interesante porque hay que adecuarlo para que la voz sea una flauta más y que las flautas también funcionen como las voces. Y como la flauta tiene una sonoridad muy parecida a la voz, resulta relativamente fácil acoplarse a ellas y ellas a mí por lo que el resultado es bastante satisfactorio.

—¿Le exige más?

—Sí, porque no se trata de una melodía acompañada en la que yo canto encima de un soporte armónico y pueda hacer lo que quiera con la voz. En este caso, es más un trabajo de empaste, de intentar parecerme a las flautas y lo que yo aporto de diferente es un texto. Canto la melodía original y las flautas lo que hacen es glosar, a veces glosan ellas y yo me limito a hacer la melodía tal y como estás compuesta y a veces yo también tengo glosas en las canciones porque o bien las hemos hecho nosotras o de los propios compositores.

—¿Cómo conoció a Vox Tremula?

—Nos conocimos en Sevilla, todos nos hemos formado allí. Yo recuerdo cuando se empezó a formar ese trío. Un día me propusieron hacer un programa con ellos porque les parecía que mi voz era adecuada para ellos y la verdad es que me hizo mucha ilusión porque era un proyecto nuevo con compañeros y amigos.

—¿Cómo cuida la voz?

—Yo nunca he estado muy obsesionada con el pañuelito, la botellita de agua… Pero sí que hay que dormir, las horas de sueño son muy importantes para que la voz esté al día siguiente limpia, fresca y con energía y no forzar la voz, no hablar con un volumen demasiado alto.

—¿Es supersticiosa?

—No, la verdad es que no… A mí me hace mucha gracia cuando la gente dice ‘llevo este amuleto que me regaló no sé quién’... Yo no suelo pensar en nada. Lo que sí hago es concentrarme, necesito estar en silencio conmigo misma.

—¿Qué le atrajo de la música antigua?

—Creo que es la relación entre música y texto es algo que me ha fascinado siempre, el hecho de que la música ayude a elevar el mensaje que se quiere transmitir. Mover las pasiones del oyente siempre me ha gustado mucho.

—¿Qué se puede hacer para atraer más público a la música antigua?

—Hay que ofrecer un espectáculo de manera amena y atractiva para que la gente se acerque. Con mi grupo Dolce Rima solemos dar explicaciones acerca de los instrumentos, de cómo funcionan, los materiales, cómo se usaban en la época, con qué instrumentos convivían… Y eso a la gente le gusta porque la música es preciosa y le gusta a todo el mundo.

—¿Cómo está la situación de esta música en España?

—Debería apostarse más por la cultura en este país pero también es verdad que a través de asociaciones como la aragonesa de intérpretes de música hay iniciativas que nos dan oportunidades.