Con solo 24 años, esta diseñadora zaragozana desfilará este mes en Milán y en París. Su firma, Vonlippe Design, ya se paseó por Aragón Fashion Week y ahora abre nuevos caminos, desde su taller de las Delicias.

-En una semana, se nos va a Milán. ¿Siente algo de vértigo?

-Tengo sensaciones encontradas. Nervios, agobios... Y, sobre todo, ¡ilusión! Desde el momento en el que me dijeron que me iba a Milán y luego a París, todo ha sido una revolución. Además, no hice ningún cásting para estar ahí. Todo fue una especie de sorpresa para mí.

-Y, ¿cómo surgió la oportunidad?

-En marzo, participé en un desfile que hacía mi antigua escuela, Hacer Creativo, dentro de Aragón Fashion Week. Allí conocí a Almudena Agustín, que estudia en la ESDA y trabaja en un estudio de moda en Milán. Vio mis diseños y me escribió. ¡Y así empezó todo! En el caso de París, ni siquiera lo sé, aunque ahora todas las colecciones están en redes sociales. De hecho, cuando me llegó la noticia de París pensé que era una broma al principio.

-Y después se puso a coser...

-Sí. Pero ha sido un verano de locos, porque me había comprometido también con hacer un desfile en Torrijo de la Cañada, en mi pueblo, que me hacía mucha ilusión. ¡Todo a la vez! (risas) Cuando termine todo esto, en octubre, creo que será cuando me de cuenta de todas las cosas buenas que me están pasando a la vez. Ten en cuenta que hace solo un año que empecé con la firma.

-Hábleme de la colección que va a presentar en Milán y en París: ‘Entelequia’.

-Yo solo bautizo las colecciones una vez las cierro. Este nombre me lo regaló mi chico.Todo empezó con una tela de serpiente que conseguí con unos colores súper llamativos. Y extrapolé a esa imagen mi vida actual. Cuando una serpiente muda de piel es como un cambio de vida. Y ese es el momento en el que me encuentro yo: dejo atrás otras cosas para convertirme en una versión mejor. Igual que la entelequia de un gusano es llegar a mariposa.

-¿Cómo se enamoró del mundo de la moda?

-A mi abuela materna, Anuncia, siempre le encantó coser. Ahora viene al taller a verme y nos pegamos horas y horas. Pero yo no tenía la vocación tan clara hacia la moda, aunque sí hacia lo creativo. La pequeña Irene estaba siempre con sus pinturas. Fue mi madre la que se informó y me habló del diseño de moda. Pero, desde que empecé, cada día me ha gustado más.

-Su hacer estar muy cercano a la artesanía. Desde luego, es ‘slow fashion’...

-A mi me gusta ofrecer todo el proceso creativo, desde el primer boceto a la confección. Me gusta esa sensación de que las prendas son algo único y de que la gente se siente bien con ellas.

--Su taller, en el barrio de las Delicias, es un sitio especial para usted. Pero, ¿no le gustaría tener una tienda física?

-Aquí solo me falta una cama. Estoy horas aquí. Ahí les debo mucho a mis padres, por el apoyo. Los inicios no fueron fáciles. De hecho, tengo muchos sueños para él. Me gustaría hacer de mi taller una especie de galería de arte, un espacio de cara al público donde se pudiera disfrutar del diseño o, por qué no, de otras disciplinas, como la música.