Magistrado de la Sala de Apelación de la Audiencia Nacional, del 2008 al 2017 presidió su Juzgado nº 6 e instruyó famosos casos de corrupción política. Ayer protagonizó la jornada ‘Compliance’ organizada por ESIC y Grupo ECIX.

-¿Qué es ‘compliance’ y la figura del ‘compliance officer’?

-Prevención, pero orientada a evitar que en el curso de la actividad empresarial se cometan delitos. No todos, sino las 26 categorías de delitos a los que se refiere el Código Penal. Me estoy refiriendo al compliance penal, porque, en sí, la figura compliance es cumplimiento normativo: laboral, de medio ambiente, protección de datos, etc. Pero la óptica que a mí me interesa es cuando a una persona jurídica, a un partido o a un empresa le imputan un delito y entra al juzgado.

--Qué hace un ‘compliance officer’.

-Es el encargado de aplicar las políticas preventivas en el seno de la persona jurídica para evitar ser imputado algún día en un juzgado. También llevan los temas de protección de datos, ciberseguridad y auditorías, así como todos los mecanismos de control. Compliance también significa formación: para evitar elementos de corrupción, para prevenir riesgos laborales, blanqueo de capitales, protección de datos, etcétera, etcétera.

-Entonces, ¿todas las empresas deberían contar con esta figura?

-España no ha optado por un sistema de obligatoriedad, como sí lo ha hecho Francia, por ejemplo. Es voluntario. Pero si surgen problemas, la empresa que tenga esta figura cuenta con ventajas, que van desde aminorar la pena a eliminar los antecedentes penales.

-¿Cree que el negocio ético y transparente está ligado con la competitividad?

-Sí. Hay dos tipos de empresas. Las que dicen que la ética y la prevención cuestan, y pasan. Estas duran poco. Y otras que quieren perdurar y exportar y ser competentes. Y no pueden hacerlo sin compliance. Porque es lo primero que te piden en EEUU y Alemania como estándar de calidad.

-Envió a la cárcel a Díaz Ferrán e instruyó la ‘Púnica’. ¿Cómo se combaten judicialmente estos delitos?

-Mal. Porque llegan muy tarde. Porque la gente está asustada y no colabora. Porque saben cómo destruir pruebas en dos minutos. Pero, sorpresivamente, yo he llevado operaciones de corrupción grandes y he visto que la gente también quiere colaborar y hay llamadas anónimas. Hay una disociación entre el pueblo llano, que está preocupado porque piensa que paga impuestos para hacer carreteras y no para que se lo lleve nadie, y los que piensan que la Justicia es cara y no se la dota de medios. ¿Usted quiere que la Justicia sea más rápida? Ponga juzgados. Mi sensación es que no renta dotar bien a los juzgados.

-Su tesis doctoral se centró en la ciberdelincuencia. ¿A qué nos enfrentamos?

-Ahora viene la inteligencia artificial, el machine learning, el blockchain... En dos o tres años cambiarán nuestros hábitos. Y en los juzgados tendremos que buscar quién es el responsable de que un robot mate o de que un algoritmo haya sido usado para una estafa masiva. El Código Penal cambiará cada poco.

-¿Cómo se combaten estos delitos?

-Con formación. El mensaje es positivo. No creo que las máquinas nos vayan a gobernar.