La periodista y coordinadora del Grado en Periodismo de la Universidad de Zaragoza presenta hoy en el Museo de Zaragoza, a las 19 horas, su libro ‘Diez entrevistas imposibles en torno a Miguel Hernández’ (Comuniter).

—¿Por qué se acerca ahora a Miguel Hernández?

—Son unas entrevistas que hice hace 25 años para mi tesis doctoral que ahora he querido recuperar para todo el mundo. Como tenemos en este momento un interés necesario sobre la memoria histórica era una manera de recuperar una serie de testimonios que de otra manera se morirían. Hay un arte japonés que consiste en rescatar piezas antiguas de cerámica y soldar sus pedacitos con metales nobles, oro por ejemplo. Es una metáfora lo que quería hacer aquí, con unas entrevistas antiguas reconstruir una memoria histórica que sirva para dar sentido y conocer más y mejor la figura de Miguel Hernández como hombre y como periodista además de como poeta.

—¿Qué es lo que más le sorprenderá a los lectores de los testimonios?

—La figura de un hombre, de un Miguel Hernández que más allá de ser el gran poeta universal tiene un valor, una autenticidad y una coherencia que yo creo que en este momento está faltando. Él es comunista, se siente republicano y lucha por mantener esos valores y yo creo que en este momento estamos teniendo un panorama político nada coherente, nada auténtico y que va variando en función de hacia dónde movemos los intereses y el reparto de pastel, es todo una negociación.

—¿Eso no pasaba entonces?

—No, luchaban incluso a muerte por lo que creían y hoy estamos un poco carentes de todo esto, hay un pasteleo que lo mismo pactas con un lado u otro con tal de llegar al poder. El ciudadano está un poco desorientado viendo estas negociaciones políticas.

—¿También era así en su faceta periodística?

—Al ser comisario político del Partido Comunista, hacía crónicas de guerra en las que contaba batallas de forma que siempre elevaba a la figura de héroe al que luchaba sin desaliento. Era una forma de que los combatientes no se desanimaran en tres años en guerra. Siempre ponía personas de referencia que fueran ejemplarizantes por su valor, hombría, valentía… Y una de sus heroínas es Rosario Sánchez Dinamitera a la que le dedica un poema maravilloso porque ella perdió su brazo preparando unas bombas y sin brazo hacía más que muchísimos con dos.

—El de Rosario Sánchez es uno de los testimonios del libro.

—Los entrevistados van haciéndonos conocer a Miguel Hernández en diferentes momentos. Enrique Líster coincide con él en la Batalla del Ebro y Santiago Álvarez también pero Buero Vallejo le conoce en Benicasim cuando el ejército se desplaza allí y Miguel Hernández estaba en un sanatorio para recuperarse. Ahí es donde conoce a Buero Vallejo, con el que luego coincide en la cárcel que es donde le hace ese hermoso dibujo tan famoso. Se cuentan vivencias muy especiales en tiempos de guerra y en periodos carcelarios. Hay mucho dolor y sufrimiento, pero también eran capaces de encontrar algo positivo y hacer cosas que les mantenían vivos, con esperanza de salir de la cárcel. Algo que no pasó con Miguel Hernández pero sí con Buero Vallejo.