Estaba en Bagdad en el 2014 cuando el Estado Islámico tomó Mosul y en el 2017 presenció la caída de la ciudad. En 'Las cenizas del califato' (Península), que ayer promocionó en Zaragoza, aborda esos cuatro años.

—¿El Estado Islámico puede resurgir de las cenizas?

—De momento más que resurgir, el gigante está en las cenizas en una forma que él conoce muy bien, la insurgencia. No tiene fronteras físicas ni controla ciudades pero está operativo.

—¿No hay que ser optimista?

—Se puede ser optimista y hablar de una victoria militar pero a un grupo así no es suficiente con vencerle militarmente.

—Pero, por ejemplo, no sabemos dónde está el califa...

—No sabes dónde está el califa, si está vivo o está muerto, no sabes los miles de hombres que les puedan quedar, las células que hayan podido crear, cuántos han podido volver a Europa, a sus países de origen en África… Hay muchísimas incógnitas pero desde el principio ha pasado con este grupo, que tenemos muchas más preguntas que respuestas.

—¿Por ejemplo?

—¿Cómo de la noche a la mañana tiene semejante poderío para apoderarse de ciudades como Mosul, que es del tamaño de Zaragoza? ¿Cómo consiguen vender petróleo a Turquía? ¿Cómo Turquía abre la frontera? ¿Quién está detrás? Hay suposiciones pero no respuestas, todo lo que le rodea a este grupo es muy opaco. Nos vendieron una imagen de amenaza global pero luego su descenso ha sido tan fulgurante como fue su ascenso.

—¿Qué culpa tiene Occidente?

—Los padres de la criatura son Bush, Blair o Aznar y su decisión de invadir Irak. Hay ahí una culpa directa de Occidente de organizar una invasión que fue un desastre y crear el caldo de cultivo.

—¿Se tardó mucho en responder?

— La respuesta llegó sobre todo cuando el Estado Islámico captura al fotoperiodista James Foley, le corta el cuello delante de las cámaras y le lanza un mensaje directo a Obama. Con estos grupos, lo bueno es prevenir su ascenso pero ¿dónde estaban los analistas, los expertos, los servicios de inteligencia? Una vez que ya estaban formados, la reacción ha ido llegando a estertores, cada vez que alguien inspirado en ellos ha golpeado en París, Barcelona o Bruselas, se han ido aumentado las reacciones. Pero nos ha importado un bledo lo que ha pasado en Irak y en Siria.

—¿Se está trabajando en la zona?

—Olvidamos muy rápido. No se está invirtiendo nada en reconstruir las zonas que hemos machacado, ciudades como Mosul están arrasadas y algunas han sido los rusos y los sirios pero otras han sido los americanos. Y en ninguna de las partes estoy viendo interés para invertir una décima parte de lo que se han gastado en bombardearlo, en ayudar a rehabilitarlo. Y esto genera que se mantenga el caldo de cultivo para que toda esa gente pueda volver a pelear por un plato de arroz.

—¿Combatían por comida?

—No te pienses que los sirios eran ideológicamente afines a estos, ni mucho menos. Se peleaban por comer, así de triste. Los que eran ideológicamente fuertes eran los que venían de Europa, esos sí iban al sueño de la guerra santa.