-Bosque, pared, percusión. ¿Qué le sugieren estas palabras?

-No tienen muchas cosas en común. El título del espectáculo (Un bosque en la pared) no tiene nada que ver con lo que pasa y, en principio fue provisional pero se quedó así. Pero bosque, pared y percusión me parecen algo que no están dentro de lo común, que a lo mejor no sabes muy bien lo que vas a ver porque no son elementos que tienen relación entre sí. Es también un poco a propósito porque Un bosque en la pared es un espectáculo de percusión, que no hay tantos; y está hecho para provocar desde un principio o despertar la curiosidad al menos.

-Es ese el objetivo del espectáculo, ¿acercar esta música al público familiar?

-Creo que más que la percusión, la música contemporánea, donde la percusión tiene un papel muy importante, desde mitad del siglo pasado hasta ahora. Más que acercar la percusión, sería la música de hoy en día o que no estamos tan acostumbrados a escuchar, sobre todo el público familiar, niños y adultos.

-La banda sonora incluye obras de John Cage, Steven Snowden, David Lang o Arvo Pärt. Música que no se suele escuchar.

-Exacto. La música la seleccionó el director musical del espectáculo, que es Enric Monfort. Escogió unas canciones alrededor de John Cage, que para los percusionistas es el padre de la percusión. Haciendo una analogía podría ser nuestro Johan Sebastian Bach, que con él empezó todo. Se seleccionó estas músicas por eso, porque estamos rodeados de música durante todo nuestro día y quizá esta no se basa en los mismos parámetros que la que estamos acostumbrados a escuchar, que tienen una melodía, armonías y repeticiones claras. Las músicas que tocamos intentan salirse de ahí y la manera de explicarlas hace que el público vea que son igual de normales o complejas que la otras. Se logra a través de esta forma de espectáculo y a través de los movimientos que pasan en escena, que ayudan a explicar esta música.

-Soy testigo de que mantienen la atención de los más pequeños pese a la complejidad.

-Eso es trabajo sobre todo de la directora escénica, Anna Llopart, y la coreógrafa. Ellas llevan muchos tiempo trabajando en el mundo de los espectáculos infantiles y la clave aquí es que haya muchos estímulos diferentes, todo el rato están pasando cosas. A lo mejor los niños no se están dando cuenta de lo que están escuchando pero lo están haciendo. Si fuera música sola, sí que caería un poco más, supondría un poco más difícil de escucharla, pero con todo lo que pasa, se hace más ameno.

-La puesta en escena es atractiva. Una habitación, un guiño al cuento de Caperucita y el lobo...

-Ahí los músicos tuvimos poco que decir sobre cómo se desarrollaba el espectáculo porque entramos a través de un cásting y ya nos encontramos en este universo de Caperucita. Pero no se quería contar una historia lineal; muchas veces los adultos que vienen a ver el espectáculo se preguntan, ¿pero de qué va? sin embargo los niños ni se lo plantean, vienen, lo ven y se van y si lo entienden bien pero si no también. Los adultos buscan más allá. Hay una parte donde aparece un youtuber, otra la casita y reminiscencias al cuento de Caperucita,y eso es para que los niños sepan más o menos donde están, que tengan algo donde agarrarse, pero siempre cuestionando lo que saben del cuento. Por ejemplo, aparecen dos abuelas que tocamos en los sillones, es relectura de que el lobo es el que tiene los buenos modales y la Caperucita es una gamberra. jugamos con este imaginario de Caperucita y girándolo.

-¿Con todo se puede hacer música?

-Pues... depende a quién le preguntes. John Cage es un poco el que empezó a decir que todos los ruidos eran igual de bonitos, que veníamos de una tradición que diferencia entre sonidos musicales y ruido. El tráfico, por ejemplo, para muchos es ruido, pero John Cage fue uno de los primeros que dijo que le encantaba el ruido del tráfico porque cada día era diferente e interesante. Y que escuchar una sinfonía de Beethoven era siempre igual, eran cadencias que se iban resolviendo. ¿Si se puede hacer música con todo? Depende de cada uno pero yo particularmente creo que sí y el espectáculo intenta plantear esa cuestión, ahora tocamos un armario, ahora unos cajones de una cama...

-Y además, al llegar a casa se puede intentar...

-Sí, eso ya... el espectáculo no se hace responsable de lo que hagan los niños al llegar a casa, pero si al menos intentamos despertar la curiosidad y plantear esas preguntas. Es una posibilidad la de hacer música con objetos cotidianos.

-Este fin de semana repiten en Zaragoza y además, llevan mucho tiempo de gira por España. ¿Notan diferencia entre el público de las diferentes ciudades?

-La verdad es que nosotros no nos damos cuenta, porque cada intérprete comparte su papel con otra persona y no vamos a todos los sitios. Aparecemos cuatro en escena pero somos ocho. Los técnicos sí que nos dicen que hay mucha diferencia; pero nosotros vemos la diferencia cuando hacemos las funciones escolares o las de fin de semana cuando los niños vienen con los padres, porque se ríen de unas cosas que a los niños no les hacen gracia. Por ejemplo, los niños se ríen con el gag del teléfono pero con el youtuber no entienden nada o cuando uno habla en vasco, que se quedan descolocados pero a los padres les hace gracia. Son estas cosas que nos gusta cuando estamos tocando porque cada día es diferente y te preguntas, ¿Hoy que les va a gustar?