Emprendedora, productora, corredora, madre de Balma... Vive la vida en positivo. Aprendió a hacerlo cuando tuvo que plantarle cara al cáncer, hace doce años. De su experiencia nació un sueño. Se llama Rosa en Positivo.

-¿Cómo nació Rosa en Positivo?

-Tiene que ver con una historia personal. Hace doce años me operaron de un cáncer de mama y ahí vi que existía una necesidad de cosas, sobre todo de estética, de la que nadie te habla. Los médicos se ocupan de lo que se tienen que ocupar, que es curarte. Pero los daños colaterales son bastante desconocidos. Siempre cuento que, cuando me operaron, tuve que irme hasta Madrid a comprar unas cejas. Necesitaba reconocerme en el espejo. Todo nació de ahí. Y del sueño de ayudar a otras mujeres.

-La historia es valiente... Y también lo es convertirse en emprendedora.

-¡Sí! (risas). Lo de ser emprendedor es tela marinera en este país. Y, con el proyecto llevo mucho tiempo. Por fin, en el 2014, lo presenté a Zaragoza Activa y lo seleccionaron, lo que supuso un espaldarazo. Pero justo después me quedé embarazada. Lo retomé en el Sacme. Y ahí sí que dije: «ahora o nunca».

-Dice que quienes entran en la tienda son más que clientas. Si tiene que reír con ellas, ríe. Y si tiene que llorar, llora.

-Esto no es una tienda normal. Y nunca quise que lo fuera. El otro día, entró una señora y le vi el miedo en la cara. Le habían diagnosticado un cáncer y aún ni se lo había dicho a sus hijas. Yo estoy aquí para ayudar. Y es verdad que a cada uno el cáncer le afecta de una manera diferente. Pero, en un momento dado, quiero que todas sepan que estoy aquí. Para tener lo que necesitan. Y, si no, para buscarlo.

-No se trata de estar guapa...

-Claro. No es que yo quiera poner a las señoras más guapas. Lo que quiero es que sigan siendo ellas mismas. Levantarte, mirarte y reconocerte es muy importante. Yo me di cuenta cuando perdí las cejas, que son la expresividad de la cara. Es una parte estética de la que no se habla y no se tiene a mano.

-Entiendo que este sector ha evolucionado mucho en los últimos años.

-En doce años, todo ha cambiado muchísimo. De hecho, este proyecto partía de una experiencia personal pero me ha obligado a formarme mucho. Ahora hay hasta líneas de cosmética específicas, porque la piel sufre mucho con la quimio o la radioterapia.

-Usted es productora en Aragón TV y emprendedora. ¿Cómo lo hace?

-(risas) ¡Haciendo malabares! Esto es mi proyecto, mi sueño... Vale la pena el esfuerzo.

-Su sueño empezó en junio, pero ahora en septiembre ya quiere darle una vuelta.

-En realidad, es dar un paso más. Queremos organizar talleres y charlas. Y también algo del deporte. Porque a mí me gusta correr. Después del cáncer, me he hecho cuatro maratones.

-En su historia, menciona siempre el deporte y a su hija, Balma.

-Porque a ella no la esperaba ya, por la edad, porque fueron cinco años de tratamientos hormonales... Fue un regalo. En ese sentido, el cáncer me ha enseñado a valorar la vida, a darle importancia a las cosas que la tienen.