El violinista cordobés Paco Montalvo, que ha revolucionado el mundo de la clásica con su fusión con el flamenco, actúa el viernes en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza (21.00 horas) con su espectáculo ‘Del clásico al flamenco’.

—¿De dónde surge este violín flamenco que tanta expectación ha levantado?

—Yo soy cordobés y desde que nací he tenido la suerte de tener el flamenco y la música de nuestra tierra muy cercana. Cuento siempre que salía de mi casa cuando era pequeñito y en la primera esquina había una peña flamenca y entonces al volver del colegio siempre escuchaba una guitarra sonando, alguien cantando… y son cosas que te van tocando. Mi carrera fue clásica hasta los 20 o 21 años pero esto era una cosa que yo quería hacer desde chiquitito. Por ponerte otra anécdota, cuando iba a dar un concierto en cualquier país de música clásica yo me ponía a escuchar a Paco de Lucía y lo que intentaba hacer era imitarlo y tocar encima de esa música.

—¿Me lo dice de verdad?

—Es la prueba de que era algo que yo tenía dentro, que quería hacer y uno de los problemas que tenía es que no había ningún referente, ningún espejo en el que mirarse. Pero avancé y tomé la decisión de hacer esto porque era lo que me gustaba. Piensa que era toda una locura, estropear una carrera clásica que iba muy bien por cumplir un sueño pero para mí eso era suficiente...

—¿Cómo se encuentra el equilibrio entre lo clásico y el flamenco?

—Son dos mundos aparentemente opuestos pero tienen sus similitudes y he querido coger lo mejor de cada uno de estos dos estilos. Del clásico me quedo con su armonía, su melodía y esa belleza y elegancia. Lo que le falta al clásico para llegar en la época que vivimos ahora mismo es el ritmo, la pasión y la furia y eso lo aporta el flamenco. De ahí surgió la idea de hacer música de nuestra tierra, de nuestros compositores más intemporales como Albéniz, Tarrega o Granados de una manera distinta, por ejemplo hago Sevilla de Albéniz por bulerías.

—¿Subyace la idea de acabar con el mito de que la música clásica es aburrida?

—Eso es una de las cosas que más me motivaron a cambiar. La gente ve un instrumento clásico, un violín o un cello y gran parte del público en general lo puede asociar a algo aburrido. No me gusta decirlo pero es la verdad. Al final es hacer más atractiva la música, una forma de acercar a la gente joven y a todo el público en general a la música clásica de una manera diferente y, en mi caso, a mi instrumento, el violín.

—¿Qué me cuenta de su espectáculo Del clásico al flamenco

—He querido hacer lo que hizo Paco de Lucía con su guitarra. La guitarra en un principio fue creada para el acompañamiento al cante y al baile dentro del mundo del flamenco y Paco de Lucía lo que hizo fue posicionarla en el centro para que un cuadro flamenco le acompañara detrás y para que la guitarra fuera la protagonista y la voz cantante. Eso lo han logrado algunos guitarristas flamencos como Paco de Lucía y Vicente Amigo que son los que han abierto ese camino. Y eso es lo que exactamente hago yo con el violín, sitúo el violín en el centro del flamenco, hago que sea la voz cantante. El violín es el instrumento perfecto para poder cantar y tener virtuosismo. Es un espectáculo que a la gente le sorprende.

—Le han pasado muchas cosas desde que fuera el violinista más joven que tocaba en el Carneggie Hall de Nueva York, ¿se esperaba todo esto?

—No esperaba nada de lo que me ha pasado en la vida. Yo siempre he sido una persona de hacer lo que siento y de disfrutar con la música, me gusta mucho la música, sentir al escenario, al público y lograr que la gente se emocione y disfrute conmigo. Desde chiquitito lo único que he intentado hacer es disfrutar con mi música y hacer que la gente disfrute con ella. No he hecho las cosas pensando en si iba a ir bien. Realmente todo mi círculo más cercano estaban reticentes a que cambiara lo que tanto trabajo había costado conseguir dentro de la música clásica porque es un mundo muy cerrado y complicado llegar a cierto nivel. Y tomar la decisión que tomé era cambiar mucho en mi vida y es difícil volver atrás, nunca he pensado si iba a ir bien o mal, yo tenía ganas de hacer algo de lo que sentirme orgulloso, algo diferente, único y sentirme bien con lo que estaba haciendo y, de momento, soy feliz.