Creó hace 15 años la empresa ‘Vinos divertidos’, con la que a través de marcas singulares como ‘Cojón de gato’ recupera variedades de uvas poco conocidas al tiempo que trata de restar seriedad a un mundo del vino a veces demasiado formal.

Cojón de gato, Teta de vaca, Ojo de liebre, La moto, La Chelo... no me extraña que con estas marcas su proyecto se llame ‘Vinos divertidos’, pero más allá de lo jocoso de los nombres, varios de ellos tienen un trasfondo. Explíquenos el origen de esas marcas.

Bueno, nuestra gama dedicada a animales, como Cojón de gato, Ojo de libre o Teta de vaca, por ejemplo, son en realidad variedades de uvas españolas poco conocidas, raras, o algunas en peligro de extinción que nosotros intentamos recuperar. Cojón de gato, por ejemplo es una uva que se ponía en las lindes de las viñas y que es una uva de mesa, para comer, no para hacer vino con ella. Antes en una misma viña se plantaban cepas de uva pinta, de blanca y luego se mezclaban. Nosotros introducimos también un porcentaje de Cojón de gato y hacemos algo distinto. Además tratamos de hacer presentaciones divertidas buscando un consumidor experimental, dispuesto a probar cosas nuevas y otorgarle a todo este mundo una cierta frescura.

¿El mundo del vino se ha convertido en una cosa demasiado seria?

Sí Las catas han convertido el vino en algo especializado del que hay que saber características, etc, y en realidad un vino es bueno si te gusta a ti, no a mí. Hay que quitarle esa seriedad, ese glamour que se le pretende dar, huir de formalismos que ha hecho, entre otras cosas, que una serie de generaciones se haya apartado del vino.

¿Esas generaciones son su público objetivo?

Claro. Nuestras catas tratan de arrancar una sonrisa con el doble sentido de las marcas, pero también hacer pasar un buen rato a quienes se acercan a ellas, que vengan a disfrutar y buscar así una percepción positiva del vino. España es el tercer productor de vino del mundo pero no estamos a la altura en consumo. Ya no está el abuelo de la bota ni el padre que siempre tenía el porrón en la mesa. Ahora el vino se consume en celebraciones, en hostelería o en fines de semana y desde luego hay un sector de población más joven que no es consumidor. Nuestro público es ese, el que está entre los 25 y los 40 años, que está dispuesto a probar cosas nuevas, por eso le llamamos experimental y que es el futuro. Buscamos un público joven.

Pero no tienen bodega propia, ¿cómo es la elaboración?

No, no tenemos bodega propia sino que estamos asociados con bodegas familiares a las que les decimos el producto que queremos y ellas lo hacen._Nosotros controlamos todo el proceso, desde la forma de podar en la viña hasta su llegada a la botella.

Una empresa pequeña como la suya tendrá complicado competir con tantas marcas de renombre, tantas denominaciones de origen ¿Cómo lo hacen?

En un mercado tan maduro como el del vino, del que en España existen 4.000 bodegas, 20.000 marcas y 90 denominaciones de origen tienes que buscar la segmentación y la especialización. Especializarte en un mercado con argumentos, dejando claro que detrás de unos nombres hay una variedad de vino y una calidad. Es la única estrategia.

¿Dónde encontramos sus ‘Vinos divertidos’?

Estamos en todas las grandes cadenas, también en la hostelería, sobre todo en gastrobares, donde el comer también es algo más lúdico y exportamos a 12 países.