Presidente de la Asociación de Recreativas y Pinballs de Aragón. En su local de la calle Joaquín Sorolla organizará un torneo abierto al público el próximo 4 de mayo y el 25 del mismo mes celebrará una jornada de puertas abiertas.

—¿Para qué existe esta asociación?

—El objetivo de la asociación lo teníamos claro antes de tener ninguna máquina, que era conservar y preservar el legado arcade y disfrutar haciéndolo.

—¿Cómo se creó?

—A raíz de un foro de máquinas recreativas que ya no existe, Marcianitos, nos conocimos varios de Zaragoza y siempre decíamos que teníamos que hacer algo. Y después de una quedada se creó una asociación donde cada uno podía tener sus máquinas, llevarlas, arreglarlas, comprarse una, que los que saben más le expliquen a los que saben menos cómo funciona…

—Y de ahí, este estupendo local.

—Cuando lo pintábamos, yo no me lo imaginaba así de bien. Pensaba que sería como el garaje de tu primo que tiene el coche ahí medio desmontado y al lado cuatro máquinas medio destartaladas... No te podías imaginar 80 máquinas y más esperando para entrar.

—¿De dónde salen las máquinas?

— La asociación tiene parte de máquinas suyas que son las menos que son donadas o porque se ha hecho una compra conjunta. Hay otras máquinas, que de 23 socios que somos quisieron poner dinero 20, otras la han comprado entre cuatro... Hay socios que tienen una máquina o ninguna y otros que tienen diez, yo creo que tengo por ahí.

—¿Las máquinas las repara la asociación?

—Intentamos hacer todo el arreglo nosotros pero hay veces que tenemos que pedir ayuda a gente que ha trabajado en el sector recreativo o a personas que tienen esa máquina y conoces por la red o por otra asociación porque somos seis o siete grandes y estamos muy unidos. Nos intercambiamos piezas y nos ayudamos porque sabes que mañana te puede tocar a ti.

—¿Por qué se ha derrumbado este negocio de las recreativas?

—Antes no podías tener esa tecnología en casa. Podías tener una Master System pero al Final Fight o ibas a jugarlo a las máquinas o nada. Pero en el 2000 podías coger un ordenador cualquiera y meter muchos juegos. Creo que se unieron varios factores porque la legislación tampoco ayudó, era la misma normativa para todo tipo de máquinas, tuvieran premio económico o no y, por otro, los avances de los sistemas domésticos de juego porque se dio un gran salto ya se podía jugar mucho en casa. El recreativo del Caracol, por ejemplo, tenía el salón de juego con futbolín y billar, las máquinas de al lado que estaban un poco descuidadas y lo que de verdad le daba dinero era el salón de juego, desgraciadamente, es así. Ya no queda un negocio exclusivamente de recreativas.

—¿Cualquiera puede hacerse socio?

—Claro, por supuesto. Pagamos una cuota de asociado de 35 euros al mes pero porque somos 23 socios. Si somos más se puede bajar la cuota, aquí no se hace negocio. A los seis meses de ser socio se hace una votación para decidir si se acepta y si sale que sí, se le pide un pago de inscripción de 50 euros y se le da una llave del local.