¿El tiempo está loco?

Decimos «San Valero, ventolero». No ha sido así. Sin embargo, el pasado 22 de enero, se alcanzaron velocidades de 122 kilómetros / hora en Valdespartera, en un fenómeno asociado con la borrasca Hortense…

Hemos tenido de todo...

Este enero pasará a la historia como uno de los más extremos. El mes empezó con Filomena. Nevó en el 40% de la península. Fue histórico. A continuación, el aire muy frío hizo que catorce de nuestras estaciones registraran la mínima absoluta. ¡Es verdad que no se llegó a los 30 bajo cero de Calamocha del año 63! Pero hizo mucho frío. Y luego, entraron borrascas atlánticas, que suavizaron las temperaturas. Hasta el punto de dar la vuelta a la tortilla y hacer que el jueves batíéramos récord de máximas para un mes de enero. El observatorio de Teruel dio 21 bajo cero el 12 de enero y el día 28... ¡21 sobre cero! Y ahora viene un nuevo cambio con Justine.

Esta locura, ¿a qué se debe?

Es la gran pregunta Lo que está determinado con el cambio climático es el cambio global de las temperaturas, independientemente de episodios fríos o cálidos, así como el aumento del nivel del mar y el retroceso de los glaciares. Pero, ¿los episodios extremos? Parece que están aumentando y no solo se asocian a las temperaturas.

El cambio climático, que también tiene sus negacionistas.

Negacionistas los hay, incluso dentro de nuestra profesión. No son negacionistas absolutos, porque las series de temperaturas están ahí. Pero sí son escépticos de la influencia antropogénica del problema. Lo que ha pasado en los últimos años no tiene una explicación natural. La temperatura del planeta es 33 grados más alta de lo que le correspondería. Deberíamos tenerla a 18 bajo cero. Las conclusiones están claras.

Me ha hablado de Filomena y de Justine ¿Quién pone nombres a las borrascas?

Esto fue una copia del sistema utilizado para los ciclones tropicales, que empezaron a nombrarse con el santoral del día y luego, con nombres de mujeres hasta que alguien protestó. Las listas de nombres están ya puestos con antelación. En el caso de los ciclones tropicales, ¡con siete años de adelanto! Cuando te recorres el abecedario, hay que pasar al alfabeto griego. Siguiendo ese modelo, en Europa se empezó a poner nombre a las borrascas de gran impacto. Aunque se ha complicado porque aquí hay varios grandes grupos y cada uno escoge sus nombres. Justine lo ha puesto Portugal. Las siguiente que viene es Karim… Pero, mucho ojo, porque después viene... ¡Lola!

El que usted dirige es uno de los centros más importantes de España...

Antes era el Centro Metereológico del Ebro. Ahora, Aragón lleva también las estaciones de Navarra y La Rioja. Así que sí superamos al resto de los centros en estaciones. Hay más de 500 y las manuales las llevan colaboradores. Son voluntarios que miden la máxima, la mínima y la precipitación y hacen una labor muy importante.

Son referencia en detección de aludes.

Estamos especializados en meteorología de montaña, Y hacemos la predicción de aludes. El centro de investigación que tenemos en Formigal-Sarrios es la única, junto a la estación antártica Juan Carlos I que forma parte del proyecto de Vigilancia de la Criosfera Global, para ver los cambios que se producen en la capa de hielo del planeta. Y nuestro jefe de sistemas básicos de Aragón, Samuel Buisán, es además, el coordinador del grupo Antártico.

¿Qué precisión tienen las predicciones?

Por mucho que hayan mejorado, cuando una predicción pasa de 4 o 5 días se puede desviar. Es verdad, que ahora hacemos predicciones a una semana con la misma calidad que antes se hacían a dos días. En el caso de Filomena, desde 2 o 3 de enero se sabía que iba a haber un fenómeno importante, pero tuvimos que esperar para ver si se producían cambios.

Pero en el caso de Filomena usted predijo hasta en qué tiempo de un partido de fútbol iba a empezar a nevar...

Tenemos varios grupos de whattsapp de emergencias. Con Filomena, hicimos una sola cuenta. Mirando lo que decían los modelos, dije que iba a empezar a nevar en la segunda parte del partido del Zaragoza contra el Logroñés. ¡Y acerté! (risas)

¿Cómo se enamoró de esta profesión?

Hay un poco de todo. Mi padre era meteorólogo. Yo llevo cuarenta años en esto. A los 18, ya hice oposiciones como observador, antes de sacarme la carrera y acceder al cuerpo superior. Esto me apasiona. En esta profesión somos un poco frikis de esto. Nos va la marcha. Y siempre tienes a alguien que pregunta por el tiempo. Mi mujer me pone verde si fallo o no la aviso de que va a llover. Pero, en casa del herrero...