‘Foodie’ y turolense de Utrillas afincado en Zaragoza. Dice ser un antiinfluencer, y destila vida real en sus ‘stories’ pero acumula 20.000 seguidores como instagramer, a los que suma los de su blog ‘zaragozacomilon’.

- Para empezar a hablar, igual tenemos que definir qué es un ‘foodie’…

-Es una persona que disfruta de la comida y de ir a comer... Y que lo cuenta. No voy de crítico grastronómico por la vida. Mi propósito siempre es hablar de los sitios a los que voy y en los que disfruto.

-Y usted es uno de esos de recomendado seguimiento, según los listados…

-Es el verdad... Pero también lo es que no esperaba esta repercusión.

-Tiene dos cuentas, 20.000 seguidores en Instagram, pero se define como ‘antiinfluencer’. ¿O ‘inFUET-cer’?

-(risas) Yo me definía como antiinfluencer, porque a veces, me veía fuera de lugar en eventos que no eran de lo mío. Yo quería que el movimiento foodie, que existía en otras ciudades, creciera en Zaragoza. Y luego vino la repercusión. Y lo de inFUETcer... Fue porque ví la típica foto de una incluencer con un bolso y dije: «ya verás». Hice una foto parecida con mi fuet saliendo de la bolsa, porque lo mío es la comida. Y creo que fue Patricia Sola quien usó el término. ¡Ella es genial!

-¿Cómo empezó en este mundo?

-Yo soy de los que está todo el día con el móvil en la mano. Tenía Facebook. Pero cuando empecé con Instagram quería darle a la cuenta un matiz diferente. El tema del blog Zaragozacomilón es distinto. Eso sí que nació por mi interés por la cocina y por eso incluye otros alicientes, como las recetas. De siempre, a mi me encantaba cocinar. ¡Y me encanta! Pregunta a mis amigos; ellos alucinaban con mis emplatados (risas)...

-Pero ahora está consiguendo monetizar esto. ¿Es un trabajo real?

-Yo empecé a hacer esto porque Instagram me gusta. Hay gente que lo automatiza, pero en mi caso, era parte de mi esencia. Es cierto que hubo un momento en el que me di cuenta de que esto generaba interés. Aún así, no es un trabajo a tiempo completo, aunque ahora estoy apostando por ello.

-También sobre este fenómeno de márketing se detectan cambios. Los macroinfluencers están perdiendo peso, en favor de los ‘emfluencers’ (embajadores de las marcas) o los ‘micro’.

-Mucho. El tema microinfluencer, un sector en el que me puedo encontrar yo y que son cuentas a partir de 5.000 seguidores, está funcionando muy bien. Porque, al final, estas influencers que cobran 3.000 euros por una foto no garantizan un retorno real a la marca.

-¿3.000 euros por colgar una foto en Instagram?

-Y 15.000 y 50.000... ¡Las Kardashian han llegado a cobrar 250.000! Yo cobro un poquito menos (risas). Pero que conste que también hago muchas cosas gratis. Porque el movimiento foodie en Zaragoza no está fácil. A veces, es más complicado hacer una campaña local que una nacional.

-Y luego están sus ‘stories’...

-Ahí soy de lo más irreverente. Sale todo mi yo, sin filtro, mi día a día... Si me quieres conocer, mira mis stories.

-Ya que menciona el tema: ¿cuál va a ser su primer ‘storie’ de hoy?

-(risas) Esta entrevista... ¡Claro!