Su enorme y precoz talento le llevó a volar pronto de su Zaragoza natal. Del estudio de María de Ávila al New York City Ballet, donde lleva doce años como bailarín principal. Los días 8 y 9 vuelve a su tierra con un repertorio seleccionado como ‘El sueño americano’.

--¡Vuelve a casa! Al Teatro Principal de su Zaragoza, después de haber recorrido medio mundo. ¿Aún le impresiona?

-Volver al Principal es una gran alegría. Le tengo un tremendo respeto desde pequeñito, porque en este lugar empezaron los sueño de mi carrera y, curiosamente, solo he tenido la oportunidad de volver aquí una vez. Así que volver a casa, bailando en este teatro, es magnífico.

--Y ahora trae usted a este escenario su ‘Sueño Americano’. Hábleme de él.

-Cuando se me ofreció la oportunidad, realmente, quería bailar un millón de cosas. Pero buscando algo que no se viera tanto por estas tierras, decidí navegar en el repertorio americano con el que yo me siento muy familiarizado tras una carrera tan larga. Vengo con bailarines que específicamente bailan este repertorio maravillosamente y piezas de grandes coreográfos del firmamento americano que han cambiado el mundo de la danza. Estas piezas representan algunas de las obras maestras que han fraguado mi carrera en Estados Unidos.

--Entre las piezas seleccionadas, está ‘Apolo’ cuya interpretación le valió un premio Isadora Duncan. ¡Bailó esta pieza hasta en la Acrópolis de Grecia!

-Apolo es una pieza bastante especial para mí. Nunca pensé que lo bailaría y fue una oportunidad poder interpretarlo en grandes teatros del mundo. Por lo tanto, traerlo aquí es muy especial.

--Habrá sido difícil seleccionar momentos de 23 años de trayectoria. Y prepararlo en la distancia… Creo que ha tenido a su hermana como apoyo y, desde luego, como cómplice de esta entrevista.

-Sí, he tenido la suerte de tener una hermana increíblemente preparada que ha sido mi productora y cómplice en España para poder organizar todo esto. En mitad de la temporada estamos muy ocupados y es complicado poner un programa de esta altura. Y elegir las piezas ha sido difícil, hemos escogido algunas que hemos creído que le gustarán mucho al público, pero aún me gustaría traer más repertorio y más oportunidades para hacer crecer artísticamente a Zaragoza.

-En esta ciudad que es la suya y que le regala tantas imágenes… ¿Cómo recuerda el momento en el que se enamoró de la danza?

-El momento en el que me enamoré de la danza totalmente fue cuando llegué al estudio de María de Ávila. Conocerla a ella y a su hija, Lola de Ávila. Fueron dos personas muy importantes en mi vida que me descubrieron esta gran carrera y me dieron la oportunidad de poderla desarrollar. Todo lo que ocurrió durante esos años, esas primeras clases, esas primeras funciones, fue un flechazo de Cupido completamente irreversible.

-Usted fue un talento precoz. En 1995 ya fue el bailarín más joven en conseguir la Medalla de Oro del Premio Lausanne, en Suiza. ¿Había algún tipo de inclinación familiar o fue un bailarín de generación espontánea?

-En mi familia no ha habido bailarines, pero sí tenemos todos una vena artística muy dentro. A mi padre le gustaba cantar y trabajaba en la radio. Y todos somos creativos y espontáneos.

-Pero, además de talento, la danza es sacrificio y mucho trabajo. Y volver a intentarlo. Usted se recuperó el año pasado de una lesión muy complicada. Y ahora está triunfando en Nueva York.

-Estoy en un momento muy dulce de mi carrera y disfruto mucho el escenario. Obviamente, la mía es ahora mismo una carrera con el tiempo limitado. Ya no tengo 22 años y, por eso, soy consciente de que cada momento que paso en el escenario es una gran oportunidad y una alegría. Al mismo tiempo, mirando para adelante, estoy viendo cómo ayudar a las nuevas generaciones. Soy profesor del School of American Ballet, agregado a nuestra compañía, y me gustaría dar más funciones para poder enseñar diferentes repertorios con diferentes bailarines. Es algo que me apasiona poder hacer.

--Supongo que seguiremos echándole de menos en su tierra. Y usted, ¿qué echa de menos de aquí?

-Son tantas cosas... Aunque tengo la suerte de verlos a menudo, echo mucho de menos a mis sobrinos, a mis ahijadas, a mis hermanos, a mis padres, a mis primas... Somos una familia grande y afortunada. Les echo de menos constantemente.

--Entiendo que usted ha cumplido su ‘sueño americano’. Regáleme otro que le ronde por la cabeza, así, en secreto.

-Otro sueño que tengo es que Zaragoza vuelva a convertirse en la cuna de la danza en España. Yo recuerdo crecer con esa percepción sobre mi Zaragoza natal. Y me gustaría que este volviera a ser ese lugar donde los sueños se convierten en realidad dentro del mundo de la danza.