Ingeniero, zaragozano y humano de personalidad poliédrica. Su cerebro está detrás del éxito de Libelium, empresa de la que es cofundador. Su corazón creó un ‘alter ego’ llamado David Meiser que está nominado a los Premios de la Música Aragonesa.

--Permítame hablarle de la sorpresa que fue descubrir que el cofundador y director tecnológico de una de las start up

-(risas) Todos somos poliédricos. Todos tenemos facetas públicas, que todo el mundo conoce, las vidas privadas, que también... Y las vidas secretas, que a veces se van transformando en privadas y luego en públicas. Yo tengo muchos campos de interés y me he esforzado en que no me pudieran clasificar con una palabra. Me dicen: «tú eres ingeniero». Y claro que lo soy. O «tú eres músico». Que también. Soy eso y muchas más cosas. Eso sí, no me interesa lo que dependa del beneplácito de lo demás. Ser una persona de éxito es un concepto muy relativo. Llevo en la música desde los 18 años. Para mí, esa parte de mí es algo esencial.

-Y, ¿por qué un innovador disruptivo publica en vinilo?

-Ya sé que ahora todo es digital pero que exista el soporte físico exige que alguien crea en ti, que haya una apuesta, aunque sea con una inversión mínima.

-Su alter ego musical, está nominado a los Premios de la Música Aragonesa, que se entregan el martes.

-Supone una alegría. Aunque llevo años haciendo giras por Europa, Latinoamérica y Asia, el verte reconocido en tu tierra es siempre motivo de gozo y más cuando eres elegido junto a artistas como Kase.O o Bunbury, al que admiro desde que era un adolescente.

-Ahora se vuelve a ir de gira. ¿Cómo compatibiliza su trabajo en Libelium con la música?

-Ahora arranco. Me voy a Francia, luego a Colombia... Y en mayo, hago Chile y Uruguay. Ahora mismo una empresa se puede dirigir de una forma diferente. Obviamente, es distinto cuando tienes que hacer un trabajo de campo. Pero, para mí, es súper importante poder trabajar desde cualquier parte del mundo. Yo puedo viajar, pero trabajo todos los días del año. Hay quien quiere desconectar y estar tres semanas sin tocar el email. Yo prefiero la libertad de elegir mi esclavitud.

-Quienes ven a David Meiser pinchando, no saben quién es David Gascón en el ámbito empresarial.

-Ni tienen que saberlo. A veces, la gente del mundo de la empresa no sabe de mi parte musical. Y también a la inversa. Yo creo que el mundo de la escritura me va a permitir cruzar vías.

-Ensayos, artículos, música... ¡Es usted un ingeniero-humanista! Hasta nos hace ver la parte romántica de la informática.

-La gente piensa que la informática es trabajar con ordenadores. Y eso es mentira. La informática es trabajar con información, con datos. Por eso me gusta tanto. Donde el resto ve una amalgama de cosas, mi capacidad es observar detalles que sobresalen. Eso solo se consigue a través de una cosa, que es la observación. Eso implica no juzgar, ni proyectarse en las cosas. Hay que mirar de verdad.

-Su primer trabajo, en la univerdad, era un protocolo para Internet que se inspiraba en el comportamiento de las hormigas. Su empresa se llama Libelium. ¿De dónde sale esa relación con la naturaleza?

-Yo he tenido mucha suerte. He sido un niño con pueblo (Grisel, al lado de Tarazona). Un niño con seis años no puede andar solo por la ciudad. En un pueblo, sí. Y eso es brutal, porque tienes una relación con el mundo de verdad, no de oídas. Poder ver cómo las hormigas se movían o cuál era la distancia de salto para que no pudieras coger a las ranas... Había un montón de cosas que computaban ahí. Esa relación con la naturaleza me marcó. Las libélulas son animales que se mueven y transmiten información continuamente.

-Usted y su socia, Alicia Asín, ya se conocían de la universidad.

-Íbamos a clase juntos. La nuestra ha sido una relación muy profesional. Yo nunca hubiera montado una empresa con un amigo. Ella ha sido siempre la más metódica de los dos. Y yo me consumía en la parte de gestión. Mantener una relación empresarial, a veces, es incluso más complicado que un matrimonio (risas). Hace falta mucho respeto. Como en todo.

-Nacieron como un spin off

-Nunca esperamos llegar a tanto, pero nunca esperamos llegar a menos. Seguimos siendo una empresa pequeña, de dos chavales de la universidad, que factura cinco millones de euros. Durante años, nuestro trabajo ha sido crear tecnología. Y hemos creado mucha. Ahora me dedico más a que cosas que he creado se puedan vender en en otros lugares del mundo. También confieso que mi objetivo no es estar cincuenta años más con esto. Mi objetivo es no parar. Sea donde sea.