El director de cine Alejandro Amenábar ha reparado en la figura de Miguel de Unamuno, que sigue ahí, en la línea medular de la filosofía y la literatura española, aunque pocos lo recuerden y menos aún lo lean. De hacerlo, comprobarían la vigencia de su pensamiento en numerosos aspectos de nuestra vida política y social.

Respecto a las crisis provocadas por los separatismos, les recomendaría leer hoy mismo, celebración de la Diada en Cataluña, uno de los ensayos de Unamuno, titulado La crisis actual del patriotismo español.

En sus páginas, escritas hace cien años, el pensador vasco, existencialista y católico, meditaba sobre las raíces de los movimientos divisionistas que a principios del siglo XX comenzaban a acuñarse en Cataluña y Vascongadas.

Aquel espíritu rebelde y separatista de catalanistas y bizkaitarras lo hacía derivar Unaumuno del carlismo decimonónico. No tanto de su esencia católica ultramontana (que también) como desde la oposición de los carlistas al modelo centralista de una España a la francesa que los liberales de Isabel II intentaban imponer desde su nueva burguesía y su revolución «desde arriba».

Aquellos vascos y catalanes que se sentían sojuzgados por Alfonso XIII y Primo de Rivera reaccionaban, según Unamuno, contra una España forjada por Castilla y su idioma (incluyendo Unamuno en su concepto de Castilla a andaluces y aragoneses), por su filosofía y costumbres. Una España castellanizada en la que se había impuesto una sola de sus taifas, y que seguía dispuesta a seguir haciendo españoles, aunque fuese «a palos». En su oposición llamaba Unamuno a levantarse a las otras taifas, a catalanes y vascos, para que, a su vez, barcelonizasen o bizkaitarrizasen a España, empapando con su identidad y riqueza la médula de Madrid y liberando nuevos flujos de riqueza. De su ensimismado, endogámico confinamiento debía salir en especial Cataluña, pueblo, que, según Unamuno, «se había vendido a Castilla por un arancel».

Tesis interesante, y coincidente con el concepto original de nuestro Estado autonómico, diseñado no como una fueza centrípeta, sino centrífuga (por usar términos unamunianos).